Capítulo 26 Di vueltas hasta que el reloj de alarma mostraba las 3:45. Cuando finalmente me dormí, no me subí a la silla cuando apareció mi caballo de sueños, sino que envolví mis brazos alrededor de su enorme pecho y apreté contra mi oído su piel para escuchar su corazón. En este reino, nunca había ningún sonido, así que no podía escuchar los latidos de mi caballo muerto pero, sin embargo, podía sentir el pulso suave contra mi mejilla. Incluso en el reino de los sueños, todas las criaturas poseían un corazón que podía ser roto... —Lo siento —le dije. Pero no fue Harvey con quien me disculpé. Cuando la chica en el caballo blanco finalmente apareció, no andaba con su exuberancia habitual, sino a paso lento, sus rasgos jóvenes portando señales de decepción. Ninguna palabra pasó entre nos