Le doy a Gabriella la dirección de mi casa al oeste de Beekman Place. Esta parece sorprendida, pero no dice mucho. De hecho, no dice nada. Está como si hubiera apagado sus emociones. Pero sé que en cualquier momento se va a derrumbar. Harrison me ha hecho decenas de llamadas. Las cuales he ignorado. El hombre cedió a la presión de la doc. y la dio libertad. Una que en este momento no es posible. —Detente en la siguiente casa —murmuro. Esta se detiene la casa adosada con estilo del siglo XIX. —¿Vives aquí? Ella me mira con algo incredulidad. —Vivimos en la mansión porque es más fácil movernos y dirigir nuestras operaciones —espeto —pero, en realidad, este es mi espacio. Señalo la casa del mismo estilo que está al lado. —Esa es de Edén y Arslan. Con cuidado de no lastimarme el b