Mi cuerpo vibra cuando alcanzo el clímax bajo la diestra boca de Eros. Cada caricia. Cada beso que Eros me prodiga es con una ternura que jamás pensé sentir de su parte. El hombre tosco y temperamental no está aquí ahora mismo. Su boca adora mi cuerpo y mis jadeos hacen eco en el salón de su casa. Desciende y se endereza apreciando su desnudes mientras algunos mechones de su cabello están sueltos dándole un aspecto salvaje. Se acaricia a sí mismo mientras me abro más a él con una clara invitación. Mueve su erección sobre mí sin penetrarme, pero acariciando mi centro. —¿Lo quieres ahora? Mamón arrogante. —¿Te vas a hacer de rogar? —replico con una perezosa sonrisa pos orgásmica. Su mano va a mis pechos y tira de estos por turnos hasta el punto del dolor, pero es un dolor tolerabl