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Solo mía (Posesión 3)

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Blurb

Cuando al fin parecía que Cristóbal sí había encontrado el amor y la futura felicidad con Nicole, un hecho dramático echa por tierra sus planes. Todo cambiará con la muerte de Eloísa.

En esta entrega todo debe quedar saldado....

Es el final.

¿O no?

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Capítulo 1
Nicole. Su amiga, su mejor amiga, ahora es su amor. ¿Quién lo diría? Después de todo lo vivido, de todos los sufrimientos, de todo el odio y resentimiento. Después de ser jefe y empleada, de ser acosador y acosada. De ser mejores amigos... ¿Cómo fue a pasar? Se separan y se miran a los ojos. Directo. De corazón a corazón. De una alma a la otra. Como si sus miradas traspasaran las barreras de lo físico. ―Cristóbal... ―susurra Nicole un tanto confundida por aquella intimidad. Debe reconocer que desde hace un tiempo siente cosas por él. Cosas distintas. Ahora, el tomar su mano, abrazarlo y mirarlo a los ojos, ya no es lo mismo. Y él siente igual. ―Nicole... ―susurra, mientras recorre con su vista el hermoso rostro femenino. Ella no sabe qué decir. Siente que esto no está bien, que él y ella no pueden estar juntos, nadie lo va a entender. Se apartan. Solo su mano se niega a ser separada y aunque es solo una pequeña parte de su cuerpo el que los mantiene unidos, su sensación es el de permanecer juntos. ―Sé que esto no debió pasar ―murmura el hombre intentando no alejarse y tranquilizar sus bullentes sensaciones. ―Esto no está bien ―musita ella con tristeza. ―Lo sé, esperaba que evadiéndote, nada de esto pasara. Yo no quiero que nuestra amistad se eche a perder. No quería que esto fuera así. ―¿De verdad sientes cosas por mí? ―pregunta ella en un suspiro. ―Poco a poco y sin darme cuenta ―responde él tomando la mano de la mujer entre las suyas y apretándolas― sucedió. Un día, tomar tu mano no fue lo mismo; otro día, pude verme en tus ojos, tu mirada era diferente; luego, un abrazo que deseé fuera algo más. Y al final, una mañana desperté sabiendo que no podía, que no quería vivir sin ti... Creí que, alejándome, desaparecería esto que siento por ti, pero no fue así, cada día sin verte era un infierno, cada llamada perdida, cada mensaje era un cruel recordatorio de que no podía seguir cerca de ti. Si lo hacía, te besaría, te haría mía y no... No debía ser. ―Yo creo que estás confundido. Que estamos confundidos. Verónica te decepcionó y no ha tenido arrepentimiento y Esteban... Bueno, a Esteban desde que nos encontramos en casa de Bernardo no lo he vuelto a ver. Eso debe ser, Cristóbal ―dice queriendo convencerse más a sí misma que a su amigo―. Confundimos la amistad con algo más y es normal, estamos solos y pasamos... pasábamos ―corrige― mucho tiempo juntos, eso... ―¿Crees que no puedo haberme enamorado de ti? Nicole no contesta, ella también se enamoró de él, lo sabe bien, no es confusión, pero él... Él sigue sufriendo por Verónica. ―Yo sé que tú eras la novia de mi mejor amigo, que sigues enamorada a pesar de todo, que sufres por él, sé que esto es un error, lo siento. Cristóbal se aparta de Nicole, se sienta frente a su escritorio y aparenta leer unos documentos. Nicole lo contempla largo rato sin decir nada. No sabe qué decir. Sí, siente cosas por él, quiere que él la vuelva a besar, que la tome en sus brazos y le borre el recuerdo de su última noche con Esteban, la que todavía no olvida. Sigue latente, como una marca a fuego, como una herida dolorosa y punzante que no quiere sanar. Pasa un rato antes de que Cristóbal levante su cara y mire a Nicole que sigue inmóvil en el mismo sitio. ―Nicole, no te sientas mal, no pasa nada ―la consuela él. ―Todo pasa, Cristóbal. ―No, lo que acaba de pasar fue un desliz, nada importante ―corta él volviendo la vista a los documentos. ―Sigues enamorado de Verónica, ¿verdad? Aunque digas que no, es así. ―Tú sabes muy bien que el amor que sentía por ella murió junto con mi hijo en Grecia ―replica molesto. ―Sin embargo, hoy la acompañaste a la clínica. ―Para que se despidiera de Daniela. Verónica es su madre y eso no va a cambiar. ¿Acaso estás celosa? ―pregunta el hombre con curiosidad. ―¡Claro que no! ―exclama ella en un tono demasiado alto. ―Sí, lo siento, Nicole, esto fue un error, todo esto fue un error. ―La mira solo un breve segundo―. ¿Podrás olvidarlo? No me gustaría que esto afectara nuestra amistad.              Nicole lo contempla, su amigo parece un gran ejecutivo que está cerrando una negociación y no un hombre que acaba de besar a su mejor amiga y a la que acaba de confesar su amor. ―Yo no quiero dejar de verte ―musita ella con la voz quebrada. Cristóbal siente una daga en el corazón al ver a su amiga, a su amor, dolida. ―No dejaremos de vernos, somos amigos, ¿no? Ella no responde. Él alza la vista. Resopla y se levanta. Se acerca a la mujer y toma su cara entre sus manos con deseos casi incontenibles de besarla. ―No dejaremos de ser amigos, Nicole, esto que acaba de pasar no importa. ―¿Para ti no es importante? Él la observa con detenimiento. Claro que es importante, pero no quiere hacer sentir peor a Nicole por ese beso que, aunque no fue obligado, tampoco cree que haya sido por amor, ella solo lo ve como un amigo, un refugio y apoyo en los momentos difíciles, un compañero de dolor y de luchas. Nada más. Ella no lo ve como hombre. Ella misma lo llamó "confusión". ―Contéstame, Cristóbal, ¿para ti no fue importante? ¿Realmente para ti no significó nada? ―pregunta dolida―. ¿Es por Verónica? ―No, ya te dije que ya no la amo ―contesta con calma exterior, en su interior la inquietud está a punto de superarlo―. ¿Y tú? ¿Me vas a decir que no sigues enamorada de Esteban? ―No. ―Pero él sigue enamorado de ti, está buscando la forma de recuperarte. ―Su amor me hizo demasiado daño, ya no quiero volver con él. ―Está desesperado, sabe que fue injusto contigo... ―Él me lastimó, Cristóbal, y así como tu amor por Verónica murió junto con tu hijo, el mío murió la noche que apareció en mi cuarto y me hizo suya por la fuerza. Él sabía lo que yo había vivido... lo que hizo esa noche no lo puedo perdonar. ―Aunque lo ames. ―Ya no lo amo. Cristóbal baja la cabeza y la sacude con suavidad, se siente perdido. Vuelve a sentarse en su escritorio como si esa fuera una trinchera donde nada malo le podría suceder. ―No te enojes conmigo ―ruega ella. ―No me enojo, Nicole, no, todo está bien, fui yo quien no debí... Ella se acerca y se detiene ante él, quien no se mueve de su asiento, sabe que si lo hace, la tomará en sus brazos y la volverá a besar, y si lo hace, no podrá dejarla escapar. ―Cristóbal, mírame. El hombre apoya los codos en el escritorio y sujeta su cabeza con ambas manos. ―Será mejor que te vayas, yo voy a terminar unos papeleos y me voy a casa, gracias por tu ayuda, mañana deposito el dinero a tu cuenta. ―No se trata de dinero. ―Nicole, por favor, necesito estar solo. La joven lo mira, no parece enojado, más bien, abatido. No sabe qué hacer. Por un lado, ella siente que está enamorada de él, pero también está consciente que no pueden estar juntos. ―Cristóbal... ―Por favor, Nicole, vete. ―Es que... Es que yo estoy enamorada de ti ―confiesa atemorizada. Cristóbal no respira, no se siente capaz. No sabe si oyó bien o es un juego de su atormentada mente. Un cruel y malvado juego. Nicole toma el silencio como una respuesta negativa a sus sentimientos. Da la vuelta y se aproxima a la puerta, acaba de echar a perder una amistad. ―No te vayas ―ruega él, incapaz de moverse―, no dije las palabras, pero te confesé mi amor desde un principio, yo, yo también te amo, Nicole y... La mujer se acerca otra vez al escritorio de Cristóbal y este se levanta con dificultad, siente cada músculo de su cuerpo como si fueran de acero. ―No sé si es por todo lo que hemos vivido juntos, por todo lo que hemos sufrido, no sé, pero contigo siento que puedo ser feliz, que quiero compartir no solo las tristezas, también las alegrías, el amor, los años. Y no precisamente como amigo. Sé que no me he portado bien contigo siempre y que fui... ―El mejor amigo que pude tener ―lo interrumpe ella. ―Te lastimé. ―Y estuviste conmigo cuando más lo necesité. De no ser por ti, Rogelio me hubiese matado. Cristóbal frunce el ceño, no le gusta pensar en eso y toma a Nicole de los hombros. ―Ni lo menciones ―ordena con firmeza. ―Es verdad, Cristóbal, dime, ¿qué hubiese sido de mí sin ti en esos momentos? Estaría muerta y no sabes las veces que he pensado que eso hubiera sido lo mejor. El hombre la atrae hacia sí mismo y la abraza con fuerza. ―No vuelvas a decir una cosa así, nunca más, linda. Nicole se abraza al hombre y apoya su cabeza en su pecho. ―¿Qué vamos a hacer, Nicole? ―Nadie lo va a entender ―comenta la mujer en un susurro. ―Ni los niños. ―Menos ellos. Cristóbal, con miedo en su mirada, acuna el rostro de Nicole y la mira con ternura. ―No quiero perderte ―le dice temeroso. ―Yo tampoco quiero perderte a ti. Con miles de dudas en sus cabezas, se vuelven a besar, saben que nadie comprenderá su amor, incluso, no faltará quien piense que lo de ellos surgió mucho antes y no habrá nada que les haga pensar lo contrario, creerán que, como muchas veces se lo dijo Verónica, él le era infiel con Nicole. O Esteban. Tampoco él veía con buenos ojos su amistad y ahora... Ambos se besan con sus mentes trabajando a mil por hora. No quieren perderse, pero tampoco quieren lastimar a nadie. ―¿Qué crees que diga Ema? ―consulta ella en su boca. ―No lo sé, pero sé que nos apoyará, siempre lo ha hecho. ―Tengo miedo de lo que digan. ―¿Te importa mucho? ―Sí. Están Tomás, Scott, Eloísa, Miguel... Yo los quiero y si se enojan... ―Tal vez Eloísa no lo entienda, mal que mal, Esteban es su hijo. ―¿Y Lucas y Daniela? Lucas sigue esperando que me abuene con su papá. ―Daniela, en cambio, solo acepta ir de visita con su mamá, dice que así lo pasa mejor con ella. ―Pobre Daniela, le ha tocado duro con su mamá. ―Sí, pero tiene a su madrina que es un siete. ―Le sonríe enamorado. ―Su papá es el que vale su peso en oro, otro cualquiera en su caso hubiera salido arrancando. ―¿Y dejar a mi hija sola? No, no hubiese sido capaz. ―Yo no quiero hacerles daño. ―¿Crees que yo sí? Ella niega con la cabeza. Un nuevo beso. Ambos saben que el camino para ellos no será fácil, pero no pueden dejar de vivir su vida ni lo harán. Demasiado han sufrido para seguir postergando su felicidad. El sonido de una llamada entrante al celular de Nicole los distrae a ambos. La mujer saca su móvil y lo mira, se sorprende y alza su vista hacia Cristóbal con el ceño fruncido. ―Esteban... ―responde Nicole al teléfono sin dejar de mirar a Cristóbal con extrañeza. ―Nicole, disculpa que te moleste, estoy tratando de ubicar a Cristóbal, pero tiene buzón de voz, ¿lo has visto? ―dice Esteban con la voz quebrada y con un ritmo demasiado rápido, alterado. ―¿Pasa algo? Él andaba en Viña, pero ya volvió. ―¿Está contigo? Nicole queda muda un momento, no sabe a qué se refiere, por un microsegundo se imagina siendo vigilada por él y, por lo tanto, enterado de lo que acaba de suceder. ―¿Qué pasa, Esteban? ―Es mi mamá, está grave, estamos en la clínica con ella ―explica el hombre largando el llanto. ―Cálmate, yo le aviso y nos vamos para allá, quédate tranquilo. ―Gracias y siento haberte molestado. ―No es molestia. Nos vemos. Nicole mira a Cristóbal que la observa interrogante. ―Es Eloísa ―cuenta ella preocupada―, está en la clínica, dice Esteban que está grave. ―¿Me había llamado? ―Sí. ―Debemos ir, debe estar deshecho, por más que sabíamos que este momento llegaría en cualquier momento, nadie está preparado, mucho menos él ―indica culpable por haber mantenido su celular apagado todo el día. La joven no contesta, toma su cartera de encima del escritorio e instintivamente, se toma de la mano de Cristóbal para salir de la oficina. Al llegar al estacionamiento, deciden ir solo en el coche de Cristóbal y dejar el automóvil de Nicole allí. El camino no es muy largo, poco más de cinco minutos. Antes de bajar del coche, Cristóbal mira a Nicole con cierta culpa en la mirada. ―No creo que sea conveniente que se enteren de lo nuestro por el momento ―le dice en voz baja. ―Yo creo lo mismo, será mejor esperar para decirles. ―Quisiera besarte ―confiesa él, apenado. ―Yo también, pero ya vamos a estar solos. ―Sí ―acepta él con una triste sonrisa. Caminan uno al lado del otro, Cristóbal pregunta en Informaciones por Eloísa Echeverría y se dirigen a toda prisa hasta el piso indicado por la recepcionista. Allí encuentran a Ema y Scott, que esperan noticias. Tomás y Rosario se habían quedado en casa con Lucas y Gus con Evelyn iban en camino a la clínica. ―Nana, ¿y Esteban? La mujer se abraza a Cristóbal y llora desconsolada. ―Están con el doctor, al parecer no hay buenas noticias, su corazón está demasiado cansado ―dice Ema entre llantos. En ese momento salen, un abatido Esteban y un desesperado Miguel. ―Nos vamos a la casa ―anuncia el hijo con una profunda tristeza en sus palabras. ―¿Está mejor? ―pregunta Ema esperanzada. Él niega con la cabeza. ―No hay nada más que hacer y es mejor que... ―Llora intentando no hacerlo―. Es mejor que esté en su casa, rodeada de los suyos. Esteban mira a Nicole con un profundo dolor. Sin pensarlo y por instinto, Nicole se acerca y lo abraza. ―Lo siento mucho ―le susurra con voz quebrada. ―Gracias por venir. ―Debía hacerlo. ―Mi mamá te quiere mucho. ―Lo sé y yo a ella. Cristóbal mira la escena con cierta disconformidad, no por celos, pero le incomoda el ver a Nicole y Esteban abrazados de esa forma. Un enfermero se acerca a ellos con Eloísa en una silla de ruedas. La mujer se ve demacrada, lleva una sonda con un tubo de oxígeno para ayudarla a respirar. Raudos, se mueven todos para llevar a la mujer a la ambulancia que la trasladará a su casa. ―¿Vienes en tu auto? ―pregunta Nicole a Esteban. ―Sí, pero lo dejaré aquí, me voy con ella en la ambulancia, Miguel también irá con ella. No queremos dejarla sola ―responde el hombre. ―Si quieres yo lo llevo, ando sin mi auto. ―¿Y eso? ―Es que me vine en el de Cristóbal. El mío quedó en el estacionamiento de la oficina. ―Te lo agradecería. ―El hombre le entrega las llaves y se sube a la ambulancia junto a su madre y Miguel. ―¿Te irás en el auto de Esteban? ―le pregunta Cristóbal, temeroso que esta situación cambie todo para ellos. ―Sí, sí, lo iba a dejar aquí, pero mejor me lo llevo yo. ―Claro. ―¿Te molesta? ―No, no, claro que no. ―La mira expectante―. Tengo un poco de miedo. ―¿Miedo? ―Sí, que esto sea el fin de lo que pudo haber entre nosotros. Y lo entendería, te lo juro que entendería si te quisieras quedar con él. ―¡No! ―replica Nicole en voz demasiado alta―. Lo siento ―dice bajando la voz. ―Nos vemos allá. ―Sí, claro. Nicole comienza a subir al auto cuando se detiene y mira a Cristóbal que va camino al suyo. ―Cristóbal, ¿dónde iban, a casa de Eloísa o a la de Esteban? ―No sé, lo llamo y te aviso, aunque seguro a la de Esteban, se habían mudado allí no hace mucho. ―Gracias. 

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