Alice necesitaba hablar con alguien, así que decidió llamar a su mejor amiga Jane.
-Alice, ¿cómo estás?
- ¿Nos podemos ver?, necesito hablar con alguien y tú eres la única en la que confío-le dijo Alice con voz temblorosa.
- ¿Qué sucede?, ¿Te encuentras bien?, ¿paso para que almorcemos? O ¿nos encontramos en tu casa esta noche?
-Muchas preguntas, nos vemos en la noche, en mi casa.
-Bien, recuerda que te quiero mucho Alice, eres como mi hermana.
Alice se relajó un poco, ella y Jane eran amigas desde los 12 años, su amistad era tan fuerte que nada la había podido destruir, ni siquiera la distancia; en verdad eran como hermanas.
Alice no se pudo concentrar en el trabajo, sus ojos estaban abiertos pero su mente estaba soñando con un hombre de ojos hazel muy cerca de ella, Alice no se dio cuenta cuando tocaban su puerta y alguien entraba.
-Mmm, Alice.
Cuando Alice reconoció la voz dió un respingo.
-James, ¿qué haces aquí?
- Hemos avanzado ya no me llamas señor ni me hablas de usted.-dijo James sonriendo.
-Claro avanzamos un paso y retrocedemos cinco.- dijo Alice fastidiada.
- Nada de eso, venía a ofrecerte una disculpa por lo que te dije esta mañana.
Alice hizo como si no supiera de lo que le hablaba.
-Ya no importa, no puedes regresar las palabras a tu boca.
James realmente se sintió mal.
- Lo sé pero quiero redimirme de algún modo, ¿qué te parece si te invito a almorzar?
-Aceptaré, solo porque tengo hambre, pero no quiero que malinterpretes la situación.
James sonrió, iba a seducirla de alguna manera, hace mucho no le atraía una mujer de ese modo.
-¿Vamos?-dijo James abriendo la puerta para que ella pasara primero.
Alice pensó que se estaba metiendo en la boca del lobo, pero quería ser su comida. James la llevó a un restaurante temático, era muy lindo, se ubicaron en la zona del balcón e inmediatamente el camarero llegó, les entregó la carta y luego se retiró.
-¿Qué te parece si pedimos una mariscada para los dos?
Alice no lo dudo, le encantaban los mariscos. Cuando llegó el camarero, pidieron la mariscada y dos copas de vino.
-Entonces ¿me disculpas por lo que te dije?
-Claro, no me conviene tener a mi jefe de enemigo.
Ambos se rieron, Alice empezaba a darse cuenta que ese hombre no era como ella pensaba.
-Cuéntame sobre ti, quiero conocerte mejor.-dijo James
-Mmmm bien, nací en Miami, aunque tengo familia latina del lado de mi madre; estudié administración y gerencia de empresas en Oxford.
-por eso es tan bella -pensó James.
-Mis padres y mi hermano viven en Miami, tal vez conozcas a mi hermano.
James relaciono a las personas que conocía con el apellido Hayness.
-¿Entonces eres hermana de Samuel Hayness?- preguntó James.
Samuel Hayness era presidente de Hayness Holdings, él había decidido seguir con el negocio familiar, y Alice lo habría hecho a su lado si no hubiera pasado nada tres años atrás.
-Si, ese es mi hermano.
James estaba impresionado él había estudiado con Samuel y sus padres eran muy buenos amigos, pero no recordaba haber conocido a Alice antes.
-Tengo curiosidad, ¿Por qué no nos conocíamos, si nuestros padres son amigos y Samuel estudió conmigo?
-Tal vez porque yo vivía en Inglaterra ¿no crees?-dijo Alice de manera sarcástica.
-Mmm entonces tampoco pasabas las fiestas con ellos.
-No.
James tenía mucha curiosidad.
-¿Porque? Si hubieses venido, nos conoceríamos de antes.
Alice pensó que de haber sido así, tal vez nunca le hubiese pasado nada, pero ya no podía cambiar lo que había sucedido.
-Tenía miedo de que no pudiera separarme de mi familia para terminar mis estudios, así que no me arriesgué y sólo regresé hasta graduarme.
-Tengo mucha curiosidad, ¿puedo preguntarte algo?
Alice se sentía como una sospechosa que estaba siendo interrogada, pero respondería a todo y luego le devolvería la moneda a James.
-Adelante ¿qué más quieres saber?
-Bien, por qué siendo hija de Richard Hayness, ¿no estás en Hayness holdings? ¿No te interesa el negocio familiar?
Alice no quería hablar de eso, tres años no habían sido suficientes para poder expresar lo que le sucedió sin dolor.
-No se trata de eso, pero es algo de lo que no me gusta hablar.
-Entiendo, ¿estás casada, divorciada, no te gustan los hombres, tienes hijos? no sé, cuéntame más de ti.-soltó James, para disminuir la tensión.-
Alice soltó una carcajada sin duda ese hombre era diferente fuera de la oficina.
- Déjame ver, no estoy casada, ni divorciada; sí, me gustan los hombres. Que más, mmm, vivo sola, no tengo hijos, no sé, no hay mucho que saber acerca de mí. Ahora es tu turno.
-Bien, tengo 30 años, soy el menor de dos hermanos, Ali y Philip, mis padres son divorciados, estudie en Harvard con tu hermano, no estoy casado, divorciado o con hijos. Tengo una sobrina y acabo de recordar que cuando era pequeño, mi papá en las vacaciones nos llevaba a la casa del lago en Nueva York, donde nos reuníamos con su amigo Richard y su familia.
Ambos soltaron una carcajada.
-Luego, mis padres se divorciaron y ya no íbamos a la casa del lago. – sentenció James.- Supongo que por eso no te recuerdo, eras un bebé cuando íbamos a la casa del lago.
En ese momento Alice, se preguntó si las cosas serían diferentes de haber compartido más vacaciones con James mientras crecían.
Cuando terminaron de comer regresaron al trabajo y no hablaron más en ese día, pero algo quedó claro; ninguno estaba con alguien más y eso les daba esperanzas, aunque no lo quisieran reconocer.