Cuanto más alto es el ascenso, más doloroso y el descenso ...
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En la universidad de Señor de Élite, todos estaban concentrados en la diapositiva del profesor Chrysostom. Izana anotó varias cosas en su cuaderno y encontró el tema interesante, ya que involucraba matemáticas para ella lo suficiente como para hacer que el tema fuera interesante. Aunque había soñado con hacer ciencias contables, le estaba empezando a gustar la Gestión Financiera, ya que era como un paso más en su nivel de conocimientos. Después de todo, la ciencia contable para ella tenía el objetivo de ocuparse de las pequeñas empresas en su pequeña y tranquila ciudad. La gestión financiera, por otro lado, ya estaba destinada a tratar con una gran empresa con activos inigualables en su entendimiento. Con diez minutos del final del segundo período de clase, una voz proveniente de la radio de la escuela suena anunciando a todos los estudiantes universitarios que vayan al auditorio de la universidad.
- “Buenos días jóvenes universitarios, aquí está la rectoría que los invita a reunirse en el auditorio de ... en este preciso momento, justo después de la reunión, normalmente volveremos a su clase. "
- Vaya, ¿no hay descanso?
- ¡Buenos días, profesor Crisóstomo!
- Buenos días señorita Gloria.
- Necesito a dos de sus alumnos que fueron convocados por la propia rectoría.
- ¿Algo pasó?
- No, y solo una charla rápida.
- Todo bien entonces.
- Sr. Afonso Guerra Mastberon y Srta. Izana Ramati de Oliveira Flores, por favor la rectoría los llame.
En este momento todos miran a Izana quien está totalmente avergonzada y roja de vergüenza porque no hizo nada. Y luego se levanta de su silla y pone sus cosas en su mochila pensando que era un problema con ella, pero la niña le dice que no necesita llevar material, dejándola un poco curiosa. Ella vuelve a guardar su bolso en su billetera y siente que alguien se le acerca por detrás haciéndola reconocer el perfume que usaba la persona.
- ¡Vamos señorita Izana!
- ¿Alfonso?
- ¿Me estabas buscando?
- Sí.
- Por favor, ustedes dos, el decano tiene prisa.
- Si señorita.
Izana deja su silla y acompaña a Alfonso a la puerta de salida hacia el coordinador de la universidad. Ambos curiosos por lo que sucedería de ahora en adelante, Izana estaba aprensivo y Afonso se dio cuenta.
- ¿Algún problema Izana?
- ¡No! Estoy bien.
- Si necesita algo, puedo ayudar, hágamelo saber.
- OK.
Los dos caminan por el pasillo hasta la rectoría, y cuando llegan a la habitación, la dueña de la universidad estaba sentada detrás de una enorme mesa de mármol esperándolos. Izana ya conocía a la persona cuando llegó tarde a clase por primera vez, y la obligó a entrar mientras se moría de vergüenza. Al verla automáticamente dice la señorita de ojos penetrantes, una belleza abrumadora y un poder oscuro.
- Señorita Flores, que interesante volver a verla.
- También su excelencia.
- ¡Siéntese, por favor!
Afonso mira a esa mujer, que tenía un aire de increíble superioridad, mientras le recordaba a su padre. Así que él e Izana se sientan en sillas preparadas especialmente para ellos y esperan a que el decano les sirva el té de canela, que huele delicioso. Señorita ... luego se lo ofrece, y ellos le dan las gracias pero prefieren no abusar de su tiempo, y ella dice.
- Bueno, mis queridos estudiantes de primer año, cuando alguien les ofrece algo sería muy bueno que lo aceptaran. - dice el decano.
- ¡Sí, excelencia!
- Genial - dice el decano sonriendo.
Alfonso e Izana se miran con sospecha mientras ella toma dos tazas más de té para servirlos. Luego de este aterrador momento la decana les entrega sus tés y comienza a beber los suyos muy satisfecha, también los elogia por su astucia al poder diferenciarse de la broma para estudiantes de primer año. Toda la facultad tiene curiosidad por saber quiénes son estos inmunes a las guerras de tinta, y dice sonriendo haciendo que los dos se asusten aún más al tomar sus tés.
- ¡Maldición! Me sorprendiste este día. - decano
- Vosotros sois una gran pareja, señor Guerra y señorita Flores. - decano
- ¡Gracias por su excelencia! - dice Izana
- Gracias por su excelencia. - Responde Alfonso.