Capítulo XI (Especial III)

1504 Words
Se acercaba la hora de retirarse de la oficina, por lo que todos estaban finalizando y guardando documentos. Sean se veía más contento que en el resto del día, se sentía muy feliz de mi progreso en un solo día. Por supuesto que su felicidad me generaba muchos ánimos, lo que me daba más motivación de mejorar la calidad de mi trabajo. Sean sería un buen jefe. O mejor dicho, un buen líder. Sí, líder suena más amistoso. Algo que nunca aprendí a usar por más que él me enseñara es la hoja de cálculo, tiene muchas fórmulas y cosas que por más que me hablen de ello realmente no comprendo. Quizá por saber manejar esa herramienta el jefe lo tomó como su asistente. Estuve realizando documentos por mi cuenta desde unas dos horas atrás, Sean mencionó que sería bueno para mí práctica. De igual manera, mencionó que mañana los revisaría y me diría qué tal lo hice -pero que con su orientación no dudaba que los había hecho como debían hacerse-. En aquel momento él se encontraba en su escritorio guardando sus pertenencias en su mochila, entre las cosas que guardó había una carpeta llena de documentos. Lo que me hizo recordar la lista de la que hablábamos hace unas horas cuando nos encontrábamos tomando café. Me acerqué a él dispuesta a preguntarle acerca de ello. -Oye, Sean. ¿Recuerdas la lista de la que me hablabas?-. Volteó a verme mientras continuaba guardando cosas en su mochila -Oh, el inventario de bombillos destinados a...- negué con la cabeza y permaneció en silencio esperando una respuesta -No, la lista de las tazas- afirmé. -¡Sí! tienes razón- Enunció con notable preocupación -Lo siento, lo había olvidado. Gracias por haberme recordado-. Con tanto trabajo es normal que pequeñas cosas terminen por ser pasadas por alto. Desde su lugar llamó a Rufer -Oye, ¿aún tienes la lista de las tazas?- Preguntó Sean. El moreno detuvo lo que estaba realizando en su computador personal, miró a Sean y comenzó a buscar en los cajones de su escritorio la famosa lista de tazas de café. Unos segundos después, colocó una hoja en su escritorio. Sean se acercó corriendo -¿Será...?- Preguntó el joven bastante emocionado. -Por supuesto que lo es- declaró Rufer casi a manera de susurro. -¡Sí, lo es!- Dijo Sean al tomar la hoja en sus manos -¡Ven, Mimi!- exclamó. Inmediatamente me acerqué al escritorio de Rufer, quería saber qué era esa hoja que entusiasmaba tanto a Sean, tanto como cuando a un niño le dan su regalo deseado. Colocó la hoja en la mesa y la tomé, en el centro tenía un escrito. "Requisitos para las tazas de la oficina 12D: -Debe tener forma de taza convencional. -Debe estar fabricada preferiblemente de porcelana. -Debe representar la personalidad de cada uno de nosotros (queda a criterio de cada individuo). -Siempre debe de estar en la cafetera de la oficina 12D. -Si su taza sufre algún accidente, debe repetir los requisitos expresados arriba." Abajo aparecen las firmas de cada uno de los integrantes de la oficina en señal de compromiso. No cabe duda de que Rufer es muy formal. -En efecto, Mimi, fue redactado por Rufer-. Aclaró Sean como si supiera lo que estoy pensando. En definitiva Sean se tomó muy en serio el tema de las tazas Más que una lista tiene apariencia de un documento relativamente sencillo gracias a su formalidad. Hubo un detalle que tomó mi atención por completo -¿Por qué de porcelana?- Pregunté. -Las tazas de porcelana neutralizan los olores y sabores, por lo que ambos no se verán afectados, además ayuda a mantener la temperatura de la infusión-. -¡Oh! no lo sabía Rufer. Agradezco mucho la información-. Asentí y le ofrecí una sonrisa tímida. De igual manera, asintió. -Gracias a la inteligencia de Rufer podemos disfrutar aún más el café-. Dijo Sean. El moreno pensó que el muchacho estaba siendo sarcástico, por lo que ignoró su comentario y comenzó a arreglar sus pertenencias en su maleta. -Por favor firma la hoja- Clamó Rufer mientras continuaba guardando sus cosas -Por supuesto-. Llevé la hoja a mi escritorio dispuesta a realizar lo que me pidió. Al llegar me di cuenta que me faltaba el elemento más importante -Esto... ¿alguno de ustedes podría prestarme un bolígrafo?-. De inmediato Meredith tomó uno de su escritorio -Toma, jovencita. La próxima vez trae uno-. Enunció. -Muchas gracias, Meredith- Finalmente, podría firmar ese "documento". Personalmente, el documento más interesante que jamás había firmado. Al finalizar, me acerqué al escritorio de Meredith y devolví el bolígrafo que me prestó. Luego me dirigí al escritorio de Rufer a entregarle el "documento". -No, Mimi. Es tuyo-. Dijo el moreno. -¿Por qué mío? Cuestioné. Sean decidió participar y expuso -Más que un documento formal es como una lista de la compra, por eso debes quedártelo-. -Oh, es tan formal que no lo había visto de esa forma- Comenté. De inmediato me acerqué nuevamente a mi escritorio y guardé el documento, quiero decir, la lista de compra en mi cartera. Para ese momento ya eran las 7 y algo de la noche, me hubiese gustado comprar la taza el mismo día pero ya era bastante tarde y me sentía bastante cansada. A pesar del terrible encuentro con el jefe, el resto del día fue bastante divertido. Conocí a mi mejor amigo y a mi equipo de trabajo. No es que seamos un equipo muy unido, pero nos llevamos bien, elemento muy importante para mantener la armonía. Sólo soy cercana a Sean, y parece que Rufer también quiere ser cercano ¡así que pronto podría tener un nuevo amigo! Meredith es como una pared de hielo, es muy complicado hablar con ella -y tampoco ayuda el hecho de que sea tan terca- por lo que no tengo una gran relación con ella. Simplemente somos compañeras de trabajo. Además, no me gusta que siempre me diga jovencita. A pesar de todo, me siento bastante satisfecha de que las cosas sean como son, pienso que la experiencia de mi primer trabajo ha sido bastante buena -a excepción de la relación con mi jefe-. Aunque por más que lo intente, no puedo ignorar el sentimiento de frustración que siento ahora mismo en mi vida. Me gustaría darle un cambio. Pero no sé qué clase de cambio necesitaría para sentirme bien. Esa misma noche, al salir Sean me dijo que podía acompañarme a comprar mi taza, pero me sentí muy apenada ya que me estuvo ayudando mucho durante el día, también merecía tiempo para sí mismo, por lo que terminé rechazando su oferta. Pero le prometí que volvería con una taza que cumpla con los requisitos. Tardé una semana en llevar mi taza a la empresa, tenía mucho trabajo y no tenía la oportunidad de salir y seleccionar una taza. Cuando tuve tiempo, seleccioné una taza verde pastel y tenía varias margaritas a su alrededor. No me sentía muy convencida de su diseño pero fue la más bonita que pude apreciar. Lamentablemente, al mes la taza se partió accidentalmente, iba a llenarla de café pero se resbaló de mis manos y fue directo al piso. Me sentí avergonzada, sobretodo porque Aiden al escuchar un sonido de cristales vino a ver qué ocurría. Se molestó porque "no estaba ofreciendo un ambiente de trabajo seguro". Sin embargo, mis compañeros me ofrecieron apoyo. -En la lista dice que debes repetir los pasos- Esas fueron las palabras de consuelo de Rufer, y cuánto me alegra que esa "regla" haya estado dentro de las normas de las tazas. Suelo ser muy torpe, realmente consideré comprar una taza de plástico para evitar otro incidente similar, pero no es acorde a las reglas de Rufer -aunque no son obligatorias, es más como una etiqueta o una especie de pequeña guía-. Otra vez, no tuve tiempo de comprar una taza. Le comenté esto a Sean un día que me preguntó acerca de que por qué aún no traía una taza nueva. Me respondió que no debía de preocuparme, podía tomarme mi tiempo. Una taza no es algo por lo que debía sentirme frustrada. Y tenía razón. Como si él supiera que aún no había comprado una taza, decidió regalarme una. Esa fue mi sorpresa al llegar a la oficina al día siguiente de haberle comentado aquello. Sobre mi escritorio se encontraba una taza verde con un bonito diseño de plantas. Supongo que estuvo buscando una taza similar a la anterior. Un gran detalle de su parte. Le agradezco mucho que haya sido tan detallista. A partir de entonces, he cuidado esa taza con mi vida -quizá no tan exagerado, peor por lo menos no ha estado cerca de caerse-. Desde ese día, pueden encontrarse cuatro tazas en la cafetera de la oficina 12D. La taza de Meredith, Sean, Rufer, y mi taza. Probablemente las tazas más originales que puedan encontrarse en cualquier oficina. Un detalle pequeño en definitiva puede generar un gran ambiente.
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