Capítulo 4

1413 Words
Sofía Pov Salgo de la escuela, estoy realmente cansada por todas las clases y lo único que quiero es dormir, veo al chófer y enseguida subo al auto para que me lleven a casa, pero toma un camino diferente y lo veo confundida. -¿Qué ocurre? -Lo siento señorita, el nivel de gasolina ya está muy bajo, tenemos que ir a cargar. Asiento y veo como avanzamos, yo que quería dormir. Cierro mis ojos para descansar y un estruendo muy grande se escucha en la parte de atrás, mi cabeza rebota y volteo a ver asustada que pasa. Un carro se estrelló contra el mío y el conductor sigue en shock, volteo a ver al chófer y se está bajando para hablar con él, este día va muy bien. Me bajo y veo como dialogan pero en realidad parecen dos orangutanes tratando de hablar español, gritan agitan las manos y no se les entiende nada. -Señorita sus padres están de viaje, llamaré al seguro, esto puede llevar un tiempo. -¡Pero no tengo todo el día!- hasta el señor que no sabe manejar brinca por mi grito- olvídelo, quédese con el carro, yo iré a casa en taxi. -Pero señorita, tengo que llevarla yo a casa. -No, usted arregle esto, ya no soy una bebé. Hago mi berrinche y me subo al taxi que pasa enseguida antes de que pueda decirme otra cosa. -¿A dónde la llevo señorita?- dice el taxista. -Me quedó pensando por milésimas de segundo si hacerlo o no, pero me decido- aquí por favor. Le entrego la tarjeta de aquel hombre que me beso en la playa, seguramente es su oficina, no lo sé aún, pero tal vez pueda verlo. Madox Pov Entre un papel y otro mi paciencia se acaba. No tengo a los peores empleados del mundo, de hecho son muy preparados, pero me molesta que se pongan nerviosos frente a mí y hacen todo mal con las manos temblando, son ineptos. No dormí casi nada estas dos últimas semanas, y es que desde hace un mes estoy viajando para ver todas mis empresas al rededor del mundo, todas están bien, algunas mejores que otras, pero no me quejo de las ganancias. Me quejo del tiempo que tardan en darse, si tan solo mis empleados tuvieran carácter y acatarán mis órdenes todo estaría mejor. Y, como si no fuera suficiente, le prometí a los señores Hume patrocinar sus llantas a cambio de algunas refacciones para vender en su tienda, mi empresa es del mismo tamaño que la suya, pero supongo que creen que hacer eso nos ayudará mutuamente. Sea como sea, ninguno de estos días he visto a Sofía, no es que piense en ella en todo momento, o tal vez sí, pero no importa, estoy demasiado ocupado en otras cosas como para distraerme tanto por una adolescente... O eso creo. -Señor Grimaldi, lo buscan en su oficina- dice apenas mi secretaria, pone su cuaderno en su rostro, parece asustada, ¿Ven de lo que les hablo? -Sabes bien que cuando superviso no me gustan interrupciones. -Me dijo que es muy importante. -¿Le dijo, lo buscan?, ¿Quién te dijo, quién me busca?- digo ya desesperado pues me distrajo del trabajo. -Sofía Hume. Mi corazón se para por un momento. -¿Esta segura? -Bueno, ella me dijo que así se llama, yo no... -Gracias. Camino hasta mi oficina dejando a las personas en el almacén acomodando como se debe. Veo un pequeño bulto acostado, casi como estrella de mar en uno de los sillones. Sofía está profundamente dormida con la falda levantada y piernas abiertas en mi oficina. Que imagen. Me acerco a ella y tocó su hombro, ella se remueve un poco, empieza a levantarse y de estira. -H-hola señor Madox- dice sonrojada al darse cuenta que la vi dormida. -Señorita Hume, de verdad que me asombra verla aquí- digo inclinándome para darle un beso en su mano. Ella solo me ve, la misma mirada que puso la primera vez que nos encontramos, creo que por eso me atrae de esta forma tan incontrolable, ella a pesar de todo sé que no me tiene miedo, como la mayoría. -Mi auto choco, bueno chocaron la parte de atrás y estaba realmente cansada, estaba muy cerca de aquí y me pareció buena idea venir aquí en lo que arreglan las cosas... -¿No te lastimaste?- digo enseguida, por más que intente, me interesa el bienestar de esta adolescente. -Mmm, no, solo que tenía sueño, por eso caí rendida en el sofá, pero ya puedo irme, creo que usted estaba ocupado. -Para nada, para ti siempre hay tiempo. Tal vez, deberíamos empezar a hablarnos con menos formalidades. -Sí, solo si lo quiere así... Mi madre dice que debo hablar así con personas mayores que yo, por respeto. -Pero cariño, solo te llevo diez años, no soy tan viejo. -¿Usted tiene 26? La miro algo confundido. -¿No tienes 18? -Yo... Tengo 16 años. La miró asombrado, su belleza tan desarrollada no concuerda con su edad, bese a una menor de edad, después de tanto tiempo, vuelvo a sentir miedo. Se comienza a reír y dice rápidamente. -Tengo 18 años, tranquilo. Niego un poco divertido por su broma de mal gusto, de pronto recuerdo que deje algo pendiente en el almacén. -Puedes quedarte aquí, duerme, yo iré afuera. -Pero, si gusta me voy. -He dicho que te quedes Sofía, hazme caso- le digo serio- no dudes en pedir lo que necesites. ¡Erika!- alzó mi voz y enseguida llega la secretaria. -Dígame señor. -La señorita se va a quedar aquí, no permitas que nadie pase pues ella estará aquí ocupada, tampoco hagan ruido, necesita silencio. Por último, si ella necesita algo no dudes en dárselo. -Está bien- dice tomando notas, siempre hace lo mismo, hasta de la orden más sencilla que le dé, supongo que no quiere olvidar nada. -Y si me busca no dude en decirme.- veo a Sofía quién ve asombrada como la chica toma notas tan rápido. -Claro señor, como usted diga- asiento y veo por último a Sofía quién se despide con la mano. Voy nuevamente al almacén, donde ya han terminado de acomodar, exactamente como dije, así me gusta que sean las cosas, a mi manera. Complacido camino a la salida y los trabajadores me ven extrañados pues saben que nunca salgo de aquí.  Tomo mi auto pero se acerca mi chófer casi volando. -Señor Grimaldi, puedo llevarlo, disculpe, yo estaba fumando y no lo vi, pero sabe que... -Kevin, tranquilo- le digo a otro trabajador nervioso- yo lo hago, quiero manejar. -Está bien señor, por favor, sabe que si necesita algo... -Lo sé- arrancó el auto y me dirijo a la dulcería más fina de la ciudad. Al llegar me estacionó justo en frente y dejo las intermitentes, va a ser rápido. La señorita me saluda y correspondo mientras busco las paletas que siempre le ofrezco a Sofía. Seguramente preguntarán, por qué siempre paletas, habiendo tantas cosas, pero ¿Qué se le puede regalar a una niña que lo tiene todo?, Algo tan simple como dulces la puedes hacer feliz, pues sus padres lo ven tan trivial que seguramente eso no le regalan. Otra cosa que me gusta de ella, hasta ahora no me ha pedido nada y es feliz hasta con una paleta, si en algún momento me permite ser su papi sé que ella será una baby girl diferente a las que ya he tenido, todas las demás eran muy interesadas, Sofía no es así. Llevo las mismas y otros dos paquetes de diferentes sabores y marcas más para que ella elija, la señorita me ve con ternura, seguramente piensa que tengo una hija, y es como si le leyera en pensamiento. -Su hija debe tener mucha suerte por tener a un padre tan consentidor.- dice cobrando las cajas. Solo asiento pues no pienso darle la explicación de "Son para mí enamorada, quién es un poco mucho menor que yo". Hablando de eso, yo al verla imaginé un número más grande, pero ya no importa, no es costumbre mía que si ella se ilusiono conmigo ahora la dejé. Y realmente pienso que se ilusiono, pues un mes después, pero regreso, necesitaba saber si ella también tenía el mismo interés que yo. Durante mis viajes, los cuales siempre marcaba a mi empresa principal para escuchar mis recados, nunca hubo alguno de ella.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD