Capítulo 1

1415 Words
Sofía Pov El buen sueño que tuve me hace despertar de buen humor. A mi edad de 18 años puedo decir que eso no sucede seguido, las pesadillas me persiguen en todo momento, eso me hace que no duerma casi nada y por lo tanto tenga una cara horrible todo el día. Eso es excelente, más hoy, pues ofreceremos una cena en mi casa, pues según mis padres es acto de cortesía y algo de alcurnia ofrecer una cada mes para sus empleados y socios de la gran empresa "Hume", lleva nuestro apellido, pero yo le habría puesto "Empresa que trata de ser pomposa pero vende llantas para carro", es lo mismo. Mi vida con mi familia es buena, si pudiera cambiar algo de ellos sería que dejarán las extravagancias, tal vez viajar un poco menos.  Cómo hija única no me va nada mal, de hecho... Pido algo y lo tengo al instante, voy a escuela privada, es una buena universidad, tengo varios amigos con mucho dinero y apruebo todas mis materias. Suena muy bueno ¿No? Pero no todo es excelente, me aburro muy fácil de las cosas y de la rutina. Por eso, siempre dejo a los novios que tengo, niños que necesitan un cambio de pañal y no saben cómo tratarme.  Muchas veces me he sentido atraída por personas mayores, nunca intenté nada, sé que es imposible que se fijen en mí. No porque me crea una chica fea, realmente no lo creo... Hay días en los que despierto sintiéndome la octava maravilla y otros en los que solo soy bonita. Mi cabello es ondulado, n***o, ojos verdes, cejas gruesas, nariz recta o como la llama mi madre "de perfil griego", solo la llama así porque ella la tiene igual, de hecho me parezco mucho a ella. Como decía, con mi piel clara y mis labios ni muy carnosos ni inexistentes, he logrado tener novios guapos y de mí mismo nivel económico, pero no quiero eso. Es como si yo fuera su madre, eso es aburrido. -Sofía, ¿Ya estás lista?- dice mi madre mientras ve como apenas me estoy metiendo a bañar. -Lista para bañarme. -No, a esta hora ya tendrías que estar saliendo, apúrate niña que cuando lleguen todos tenemos que estar los tres para recibirlos. Se va dando un portazo y yo me meto a bañar, me tarde tanto pues estuve eligiendo que ropa usaría, un vestido poco corto color champagne y estampado de encaje del mismo color, los tacones tendrían que ser un poco más oscuros para no parecer uniformada. Como sea, salgo de bañarme y empiezo a maquillarme, trato de ser lo más natural, a veces a mi padre no le gusta que ocupe tanto pues no se ve muy bien. Me he dado cuenta que mientras más natural me arregle más veces me dice mi padre que soy hermosa. Me terminó de vestir y poner los tacones, no puedo creer tener que ir tan formal en mi propia casa. El olor a rosas es molesto, pusieron en toda la casa, pues según ellos creen que se ve aún más elegante, pero huele a funeral, el olor a flores no me gusta. Mamá y papá están recibiendo a los primeros invitados, eso me costará un regaño, se van a enojar pues no estábamos los tres. Dejo que pasen esas personas y voy hacia ellos. -Ay hija, te dijimos una hora para que estuvieras desde los primeros invitados, llegaste casi 30 minutos después, eso no es muy profesional- dice mi padre algo serio. -Si... Lo siento. Ellos asienten y tocan de nuevo la puerta, abro y veo como más señores viejos entran, mis papás me presentan algunos pero no recuerdo ni a uno solo, todos se ven iguales. Casi una hora después de recibir invitados terminamos, y me alegro porque ya me había aburrido, cómo les digo, me aburro fácilmente. -Hija, ya están los invitados en la mesa, haz favor de venir con nosotros para cenar.- dice mi madre bajito. -Pero mamá, ya me cansé de usar estos tacones, me iré a cambiar por unos más bajos y regreso. -Pero... -Clarisse, deja en paz a la niña, se ve peor que tú no estés en la mesa, aparte es conversación de grandes... Déjala que ya se vaya a su cuarto- mi padre me guiña el ojo y se perfectamente bien que no cree lo que acaba de decir, solo que hay veces que cumple mis caprichos. -Está bien, hasta mañana mi niña- me besa en la frente mi madre y yo al darme cuenta que se fueron me quito los tacones para no hacer ruido y salgo corriendo al jardín. Me gusta venir aquí de noche, caminar un poco sobre el pasto sin zapatos, ver la luna, me hace sentir un poquito libre, aquí me puedo portar como soy de verdad. De pronto una idea muy aniñada para por mi cabeza y empiezo a correr, la noche anterior llovió, así que la tierra está aún más fría, el aire también está enfriando, pero eso hace que correr sea aún mejor. Me desconcentro viendo la luna y antes de que pueda hacer algo me resbaló cayendo de sentón. -Auch- es lo único que soy capaz de decir y trato de pararme pero una mano de un hombre se pone frente a mí, si es mi padre ya estoy muerta, el vestido es nuevo. -¿No te quieres levantar?- dice una voz ronca, tal vez le pertenece a una persona de 30 años. Sigo viendo su mano pero cuando veo más allá de me quedo todavía más en shock. Su cabello es n***o, ojos grises algo redondos, barba de candado no muy tupida, cejas pobladas y nariz recta pero fina en la punta. No puedo creer lo guapo que es, pero al mismo tiempo tan atractivo. -Yo, si, gracias.- lo tomo de la mano, es algo más grande que la mía, su piel está fría y su agarre muy seguro. -¿Te duele algo? -No... Gracias señor. -Aprovechando que estas aquí... ¿Aquí es la fiesta de la familia Hume? -Sí, es aquí... Bueno ahí adentro. -Gracias pequeña- antes de irse veo como saca de una caja una paleta rosa- tal vez te haga sentir mejor después del golpe. Río un poco sonrojada, la tomo pero no pienso comer eso, es un desconocido. Se me queda mirando. -Puedes comerla, no necesitas mi permiso. -Es que ¿De dónde saco esto? ¿Va viendo que persona por la calle de cae y le regala una paleta? -No, de hecho no- no ha reído ni un vez- se las iba a regalar todas a la pequeña hija de mis socios, pero te atravesaste tú, y creo que te harían sentir mejor que a ella. -Yo... Yo soy la hija de sus socios. Creo... Soy Sofía Hume. - extiendo mi mano por inercia, él la toma y besa el dorso, carajo. -Sí, eres tú... Te imagine como una niña de 6 años, a veces tu padre habla de tus berrinches. -Soy una niña muy madura- le digo seria. -Si... Correr en el pasto descalza y caer de sentón les pasa a todas las personas maduras... Que tengas buena noche señorita Sofía, disfruta de tu dulce. Se da la vuelta y quiere entrar a mi casa pero digo nuevamente. -No le diga a mis padres que lo vi aquí, se supone que estoy en mi cuarto... Por favor. -¿Y qué me darías a cambio? Yo lo veo boquiabierta, no pensé que me fuera a extorsionar. -Bueno... Tengo, tengo unos ahorros por ahí y... Es la primera vez que ríe, un ruido ronco que puede estremecer a cualquiera. -Me conformo con que aceptes mi regalo, no soy tan malo como parezco- toma la perilla de la puerta y la gira. Espero un poco a que pase el tiempo y decido entrar yo también, necesito esconder el vestido sucio y hacerme la dormida. Al final todo sale como lo planeo, escucho que hablan y hablan en el comedor, aprovecho sus risas y corro a mi cuarto sin guardar silencio. Una vez dentro me quito la ropa y la escondo hasta atrás de mi cama, me pongo una pijama. Pronto me entra la curiosidad de si la paleta está tan buena como parece, abro el dulce rosa y sabe a fresa con un poco de vainilla, definitivamente, lo está. Una vez que terminó voy a tirar la basura y me dispongo a dormir. 
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