—Conocer las locuras del Mocoso me da tremenda envidia. —Maika se aleja de mi pecho y se sienta con las piernas dobladas por debajo de su culo—. Estoy segura de que seríamos muy buenos amigos —afirma y la agarro desviando la vista hacia el piso. Ella busca el cuaderno. No tengo dudas de que desea leer esa maldita carta de su mal padre. —Todos amaban al Mocoso, nadie se resistía a él —confirmo y me desperezo para lo que se avecina. Las emociones no se pueden seguir retrasando. Maika debe ser un roble para la medianoche. Por eso debo darle la patada para que pueda enfrentar la mierda que danza sobre su cabeza. Me deslizo hasta llegar al borde de la cama y mis pies con medias me guiaron hasta el maldito boceto abierto. El dibujo de la Niña Zanahoria no para de fastidiar, aunque no es el mi