Maika A mi espalda el peso de algo me despierta, no puede ser, es el calor de una persona y la mano en mi cadera es la prueba. «Joder, no juegas limpio», maldije en mi jodida cabeza. La entrepierna dura en mi culo me hace tensarme y de un manotazo aparto su atrevida mano. Rápido me siento y al girarme tengo a Lev apuntando con un arma. —¡Joder, Maika, supuse que nos atacaban! —lentamente baja el revólver y lo descansa en su estómago tonificado. Lev es flaco, pero no jalado, tiene su encanto y todo bien puesto en su sitio—. Tus ojos se han desviado —efectivamente observo su desparpajo al estar con su m*****o duro en el cuarto que ocupo—. Tranquila, no te forzaré —sube sus manos y flexiona detrás de su cabeza, sus músculos se marcan. El descarado cierra sus ojos y cruza su pierna, una enc