—Joder, esto se saldrá de control —murmuró Lioña y Leonid le pasó el brazo por el hombro. —Confío en mi hijo, nunca lastima a inocentes y sí libera la justicia —Leonid le dio el permiso a Vilen de joder. Vilen se aproximó hacia un pequeño lavamanos y se limpió la evidencia de la sangre. El Gigante recogió la chaqueta de tigre favorita del idiota. —Te acompaño al cuarto, saldremos juntos y no te despegas de mi culo —Gregori aclaró mientras se fue hacia la puerta con la chaqueta del idiota colgando en su espalda y la sostiene con su brazo doblado para atrás. —Mikhail, asegúrate de que Basil esté preparado —ordenó Vilen y se fue detrás de Gregori. No soy bueno con las órdenes, pero debo callar. —Leonid, ¿estás seguro en permitir que salga de la mansión? —interrogó nervioso Lioña. —El