—Picarona —la voz sarcástica de Tracy nos alcanza y anda sola—, dile que el señor Grey es un amo —insta y se recuesta de la pared. La cara de la chica se ha calentado y se encoge de hombros. —¿Te encuentras bien? —Me preocupo por ella. —Los líos que me mete tu maldita lengua —regaña la delgada a su amiga y le da un cantazo en el brazo. —No hagan drama, es una novela erótica de una escritora de mi país —dice orgullosa la Asesina y puso su mano en el pecho—, por supuesto, Londres. —¿Y qué mierda tiene que ver con Vilen? —La pregunta sale bruscamente de mi boca. —¡Joder, las “Cincuenta Sombras de Petrov”! —Tracy se da palmadas en el muslo y se explaya reír. Las empleadas se cubren la boca y ríen descontroladas. «Mierda, ¿será qué el destino quiere que siempre sea su payasa?», pele