La paciencia se me acabó. Los puños cierro en mis costados. Maika no da el brazo a torcer. Debo usar su modo y ser tosco. «Perfecto, puedo ser un idiota odioso». —¡Maldita sea, no! —grito exaltado y cierro los ojos por un segundo. No pienso dar largas a este asunto y abro los ojos—. Sé que soy hombre y que te cuesta creerme, lo hablaré resumido por el caos que nos espera, pero te prometo hablar con detalles en otro momento —silencio, buscando la mejor manera de explicar mis sentimientos por Joa y mi persona—. Joa era la hija del puto Borya Nóvikova y tenía que ser su escolta —hablo desesperado por cortar este tema y bañarme. Me urge reponer el tiempo perdido para salvar a Lioña y no sentirme un idiota por estar de egoísta haciendo el amor, en vez de salir a su rescate—. Era mi trabajo, sa