Heriberto viene y agarra las piernas de Jujitsu. —¡Sal, Pequeña Demonio! —apura a su mujer y ella se desliza fuera de la cama sin perder la oportunidad. —¡Gracias, gracias, Heri! —chilla y corre en medias para el baño. —¡Te puedo dar una mano —aboga Heriberto y deja caer las piernas de Hernán al colchón—, no cierres con seguro! —pide como niño travieso. Heriberto se pierde en el baño. Henrik se arrastra dormido y se acomoda boca abajo en la cama. Sin caber, se mete entremedio de mi cuerpo y el de su Asesina. Tengo a mi hombre en mi estómago sonriendo y Pavel se baja de la cama. —¡Akin, ven, te necesita Pavel! —grito por mi hermano. Debe estar dormido encima de Anton. Lo quiero molestar para que le dé los huesitos a Pavel y también porque amo joderlo. —Él sigue soñando —añade con su