El Gigante se ríe en su esquina y sin darme cuenta estoy sonriendo como un demente. Joder, no solo yo. Mis ojos detallan alrededor y el ambiente se llenó de sonrisas. A excepción del padre de Lioña. El viejo está serio, viendo hacia el frente y por su quietud no ve nada. Este hombre está sumido en su cabeza y se ve lejos, muy lejos del almacén. Empujé con el hombro a Sebastián y con la barbilla indico al líder del “Clan Belladona”. El boricua agita sus manos exageradamente y gesticula: ¿qué? Maika nos agarra en la mierda de comunicación no verbal y por loco que sea se nos une. Mi chica arisca comienza a menear la cabeza hacia el tipo. Nos entra la risa al ver a Maika apuntando con sus dedos al viejo y dobla el dedo presionando el gatillo y las balas imaginarias vuelan hacia el objetivo. So