—Cinco minutos —logro formular sin llorar y tomo una respiración honda—, denme cinco minutos con mi mujer, no pido más —ruego. —Los demás vayan a las camionetas, asegúrese de tener todo en su sitio —ordena Joa y se acerca a mí—. Idiota, esta separación es importante. En este mundo debemos correr con o sin nuestra pareja. —Joanne puso su mano en mi mejilla—. Tú mejor que nadie sabes como me sentí sin Jujitsu. Pero nunca me soltaste y salir sin ti a esta misión me asusta. —Joa une su frente a la mía—. Sé el maníaco que tanto amo, no me decepciones y derrama la sangre de todo hijo de puta que se interponga en nuestro futuro. —La atraigo con la mano derecha y beso su mejilla—. Te amo, Idiota, vuelve a salvo porque sano nunca lo serás. —Joa sonríe y asiento con ojos llorosos. —Jefa, cuida tu