Basil El cuarto se encuentra a oscuras, al igual que estos dos años con Dunya. Aparentemente, el único que amó en la relación y dio todo porque no se hundiera fui yo. Conocerla no fue nada del otro mundo, mi jefa y su perro fiel. Literalmente, nos mantuvimos de esa forma en la intimidad. Intenté comprenderla y darle su tiempo. Tampoco la atosigué, me mantuve a un lado. Hubo días en que le pedía que se abriera conmigo. Es lo que hacen los esposos, se preocupan por su mujer y quieren darle lo mejor. Cuando me interesaba de su vida y la tristeza que la embargaba a diario, se molestaba. —Basil, no te lamentes —hablar en voz alta en una habitación a oscuras es mi pasión y fiel compañía. Me incorporé con cuidado de lastimar mi brazo derecho y lo primero que visualicé fue mi celular en la mes