El imbécil explota a carcajadas y da palmadas en el espaldar del mueble. Este hijo de puta no tiene ninguna chispa de miedo. La mulata termina de poner la venda y se vira a observar a Seba. La cara de ella es perpleja y noto un brillo resurgir en sus ojos. Le enseñaré a respetar a este niño inmaduro y de un salto bajo del escritorio. Al dar un paso tiran de mi chaqueta y me frenan. El gruñido que expulso va dirigido hacia mi hermano y furioso me giro a mitad de cuerpo. Efectivamente, Lioña tiene en un puño mi prenda y su cuerpo está estirado por encima del escritorio. Mi hermano tiene los ojos llameantes y me indican que no dudará en ponerme en mi sitio. —Tu culo siéntalo en el escritorio —comenta amortiguado el encargado del imperio Nóvikova y mi mandíbula se torcerá de la puta fuerza q