—Mi Diabla resaltó lo primordial. —Vilen suelta su cabello y desliza un mechón detrás de la oreja, quedando al descubierto su aro de navaja—. Te haré entrega de tu lápiz asesino —introduce la mano en su chaqueta y lo muestra— con la advertencia de que no lo emplees como arma. —Lo coloca en posición horizontal y sujeta con sus dedos índices—. La mínima amenaza por tu parte hará que mis demonios tomen el control. —Él se encarga de que note su determinación en su rostro—. Por supuesto, no tendremos que recurrir a la violencia, ¿cierto, Ratoncita? —Extiende su brazo y me ofrece el lápiz—. Ten, no somos tus enemigos y he sido dadivoso afilando la punta con mi cuchilla. Lo agarro sopesando la manera de correr por mi vida. La punta es la prueba de que usó su navaja. El corte liso se esfumó y abr