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Alexander entrecerró los ojos al observar a Emma. No le gustaba ser desobedecido; podía ser la esposa de su hijo, su sucesor, pero él seguía siendo el alfa de mayor rango dentro del clan. Aunque, por la forma en que su hijo no parecía intervenir, tenía que tener cuidado o aquello podría ocasionar una pelea, una pelea entre alfas que lo destituiría del poder antes de tiempo, porque estaba claro que era imposible que él ganara contra Jason en su estado. —Emma, entiendo tu deseo de cuidar a tus cachorros por ti misma —empezó a hablar Alexander, afirmando con la cabeza como si así les diera más valor a sus palabras—. Sería lo natural para cualquier loba. Pero debes recordar que estos no son simples cachorros. Son mis nietos, los herederos de un linaje real. Necesitan una educación diferente,