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2918 Words
Tokio era deslumbrante. Una ciudad hermosa en todo su esplendor. Tal vez Roy, estaba en lo cierto, al pensar que podía quedarme a vivir aquí. Voy al hotel que reservé y desempaco. Después me dirijo a la sede de nuestro canal de noticias y me pongo al corriente. El evento será hasta el fin de semana, así que tengo el resto de la semana para poder ver por mí misma. Salgo del hotel y voy a comer en la calle, la noche me llega y decido pasar por unos tragos antes de regresar al hotel. Pido una bebida preparada con Ron y me siento para mirar el lugar. Hay figuras 3D en todo el lugar, personas bailando a través de un holograma. Este lugar es otra onda. Como si estuviera en el futuro. —¿Me dejas invitarte algo? —me habla un hombre en su idioma. Y le miro sonriente cuando se sorprende que soy extranjera. —Hola, ¿hablas japones? —pregunta en mi idioma, sintiéndose avergonzado. —Si, hablo tu idioma —respondí con fluidez. Había tomado cursos después de graduarme. Aprendí japones, y francés. Es la primera vez que hablo con un nativo, y es por eso que mi empresa me envió aquí. Era la única que sabía dominar el idioma perfectamente. —Soy Adeline. —tiendo mi mano y él la estrecha. Es grande y suave. Un hombre de negocios. —Hiroshi —tomó asiento a mi lado y pidió una bebida para ambos. —¿De dónde nos visitas? —Hiroshi era alto y esbelto con un cuerpo fuerte. Llevaba un traje azul marino con una camisa blanca, sin corbata. Su cabello estaba peinado hacia atrás. Ojos color cafeces y mandíbula afilada. —Nueva york. —respondí. —Trabajo. Soy periodista. Me enviaron para cubrir un evento. —Interesante. —sus ojos brillaron como dos perlas. —¿Tienes a alguien que te enseñe los lugares más brillantes de Tokio? —me enseña una sonrisa con sus dientes, parecía que era un lobo cazando a su presa. —No. Solo tengo a Google maps —dije riendo. —¿Podrías dejarme a mí ser tu acompañante durante tu estancia aquí? —bebí de mi vaso y le miré. —Claro, sería un placer. En realidad, mi empresa me asignó a un asistente que conoce la ciudad. Pero les dije que no era necesario, porque quería ver por mí misma los lugares. explorar, ya sabes. —expliqué. —Una curiosa de la vida —espetó. Alcé mis cejas. —Creo que sí. Durante nuestra velada, contamos algunas cosas del uno y del otro, pero no tan íntimas. Pasé una buena noche, después me retiré. Él se ofreció a llevarme, pero me rehusé. Le dije que mi hotel no estaba lejos. Las calles estaban aún llenas de personas y eso que eran pasada de la medianoche. Me recordaba a Nueva york, sonreí. Compré una pulsera en un puesto que era de hilo rojo y un signo del Yi y Yang. Lindo. Cuando llegué al hotel, estaba muerta de cansancio. Me quité la ropa y di un baño. Una vez que mi cabeza tocó la almohada me quedé dormida. ** Mi celular sonó, una llamada. Lo tomé de la mesita de al lado y respondí sin ver el número. —Adeline. —dijo una voz de hombre. Me froté los ojos. —¿Quién habla? —pregunté con mi voz ronca. —Soy Hiroshi. —se me había olvidado que le di mi número anoche. —¿Aún sigues en cama? Ya es tarde, quiero llevarte a un lugar. —eso sonó muy demandante. Que podría esperar de un hombre de negocios. No me había dado cuenta que su voz era sexy. —¿Ahora? —miré el reloj en mi celular. Eran las siete de la mañana. —Si, es mejor que sea temprano. Te gustará. —Ok. Dame media hora. —no me quedaba de otra. Fui yo quien aceptó que fuera mi guía. —Pasaré por ti. —colgó. Ok, esto era apresurado. Hiroshi y yo, habíamos tenido una buena noche de copas, pero no llegamos a besarnos ni nada parecido. Aunque había atracción en nosotros. Parecía que estos japoneses eran reservados, por lo que había estudiado de ellos. E Hiroshi era la excepción. Y sé que estaba mal ir con un completo desconocido a un lugar con él. Pero mi subconsciente decía que estaba bien, había ido a disfrutar un poco de mi viaje ¿por qué no aventurarme con alguien? Estamos en la cima de una montaña, Hiroshi me envió un mensaje después de que colgara, que usara zapatillas deportivas. Me hizo subir una montaña tan temprano, aquí estaba sudorosa y sedienta, pero mirando una bella vista. No me arrepentía. Aunque era muy inusual la primera cita con él. ¿Esto era una cita? Sacudí mi cabeza, para nada lo era. Solo era un nuevo amigo que había hecho en Tokio. —Si que sabes sorprender a una chica —dije apenas respirando. Él estaba en una sola pieza, parecía ser un atlético nato. Sonrió. —Eso me dicen —me guiña un ojo —¿te molesta que te haya traído? —su semblante es serio, como si estuviera preocupado por mi respuesta. Miro el sol detrás de las montañas que comienza a elevarse, el aire frío con aroma a tierra y naturaleza ¿quién odiaría esto? Sacudo la cabeza y le regalo una sonrisa genuina. —No, para nada. Me encanta. —Respondo —De hecho, soy amante de este tipo de vistas, gracias por traerme. —Vamos, tengo que llevarte a otro lugar. —extiende su mano y con una sonrisa la tomé. Encantada con este hombre, no pensé que podría ser mejor mi viaje a Tokio. —No pensé que sería a un restaurante el próximo lugar —dije. Él alzó sus cejas. —¿Qué tenías en mente? —su tono es bromista. —De hecho, quería llevarte a Groenlandia, pero no creo que te hubiera gustado —las comisuras de sus labios se levantan en una leve sonrisa. Parece ser muy bueno bromeando ¿o no era una broma? —No, estamos bien aquí. —respondo divertida. —Pensé que tendrías hambre —responde. —La comida aquí es sensacional. Y sí que lo era. Todo en la carta se miraba delicioso. Después de pasar el día con Hiroshi, me llevó a mi hotel por la tarde para decirme que por la noche iríamos a un bar que estaba igual de fascinante como el restaurante, solo que con más luces. Reí cuando me dijo eso. Envío un mensaje al grupo de chat que tengo con mis amigos y les digo que me está yendo bien. Para la noche elijo un vestido de lentejuelas corto que cubre solo la parte de enfrente, deja mi espalda al descubierto, hasta el inicio de mi trasero. Había perdido algo de peso en estas semanas, porque tuve mucho trabajo preparándome para este viaje. No fue nada fácil dejar la pizza, ni los tacos que tanto me fascinaban. El lugar estaba más que alucinante, me gustó. Nos llevó a la barra para conseguir unos tragos, reímos por un rato. Después de unas horas le llamaron. —Disculpa, me dicen que un amigo está aquí. Iré a saludar, —lo vi subir unas escaleras hacia la sala privada, había dos hombres en cada lado que lo reconocieron y le dejaron pasar. No sabía que había tanta seguridad para personas importantes. Pedí otra copa mientras esperaba a Hiroshi bajar de nuevo. Después de un rato me doy la vuelta cuando Hiroshi me dice que ha regresado. Dejé de mirar mi celular y le miré, pero no venía solo. Un nudo se formó en mi garganta y apreté mi celular en la mano. Miré del rostro de él, hacia el de Hiroshi. —Adeline, te presento a un amigo. Es al que fui a saludar hace un momento. —Hiroshi habla en mi idioma. No miré a Hiroshi, solo tenía ojos para él. Mi cuerpo se tensó. —Félix te presento a Adeline. Su rostro era impasible, su mandíbula estaba tensa y estaba perforándome con sus ojos. Extendió su mano para que la estrechase. —Creo que ustedes se pueden entender, de todas formas. Vienen del mismo lugar ¿no es así? Hablan el mismo idioma. —Hiroshi, da una risotada que me estremece. De todo este tiempo ¿por qué tuve que encontrármelo aquí? Bueno, ahora creía sobre lo de que tu ex regresa cuando estás en tu mejor momento, para joderte. Pero no iba a dejar que arruinara esto para mí. Los ojos de Hiroshi iban de mi hacia Félix porque aún no estrechaba su mano. Había en su mandíbula una barba perfilada que no tenía antes, su cabello largo estaba corto en un peinado, su cuerpo era más robusto y me parecía más alto. Llevaba puesto un traje que parecía ser demasiado caro, y todo en él gritaba poder y dinero. Solté todo. Dejé que mi cuerpo se relajara, y me obligué a sonreír. Si, era hipócrita, pero no iba dejar a la vista que nos conocemos enfrente de Hiroshi, el hombre era alguien agradable. —Hola, un placer. Soy Adeline —estreché su mano suavemente y la retiré rápidamente. Nunca dejando mi sonrisa de mi rostro. Sus cejas se fruncieron como no entendiendo lo que acababa de hacer. Si, Félix. Te he olvidado. No te conozco, nunca lo hice ¿por qué iba a reconocerte ahora? —Amigo, ¿por qué no nos acompañas con unas copas? —Félix no me quitaba los ojos de encima y yo para evitar su mirada me di la vuelta y pedí otro trago. Esta vez algo con más alcohol. Lamentable que aquí no había tequila, ni mezcal. —No quiero incomodarlos. —su voz era más gruesa ¿eso era posible? Lo recordaba con una voz más suave, pero este hombre que está enfrente de mí no lo reconozco. —Para nada ¿no te molesta Adeline? —me giré para mirar a Hiroshi. Estaba sonriendo de oreja a oreja, y no pude evitar sonreír. —Como gustes —Aunque por dentro estaba muriendo de tensión, por no querer verle toda la noche. ¡Acabas de arruinar mi noche con Hiroshi, bastardo! Nos movimos a una mesa para los tres. —¿Cómo se conocen? —fue la primera pregunta de Félix. Me tensé. —Creí que no te gustaban las norteamericanas, Hiroshi —le lancé una mirada a mi acompañante y él pareció incomodarse, desabrochó un botón del cuello de su camisa, signo de nerviosismo. —Amigo, como dices esas cosas. —Se ríe nervioso y le palmea el hombro. —Siempre me han gustado, son complicadas pero interesantes. —alcé una ceja hacia Hiroshi. —¿Somos complicadas? —pregunté a Hiroshi divertida. —Adeline, no me malinterpretes. Su cultura es un poco controversial, pero tienen su encanto. Eres una de las pocas mujeres que he podido conocer que sois tan auténticas e inteligentes. Tú me entiendes —me lanza un guiño y solo le devolví una sonrisa sacudiendo mi cabeza. —Entonces ¿cómo se conocieron? —inquirió Félix con un tono más hostil. —¿Suerte? —esta vez me reí. Hiroshi se unió a mí. —Si, claro. Yo creo que no tienes nada de suerte, Hiroshi —le respondí. —Bueno, esa noche parecía que iba a tenerla. Ya que cuando miré hacia la barra vi a una mujer deslumbrante ante mis ojos. ¿Cómo no ir por ella? Me armé de valor y le hablé. —sus ojos están brillosos cuando pronuncia las palabras. —Y ella me respondió. De hecho, eso pasó ayer —nos reímos juntos, no sé qué tenía Hiroshi, pero me gustaba su energía positiva. —¿Enserio? —alza una ceja hacia mí, pero la desestimo. No lo conozco. —Si. La he llevado a ver el amanecer esta mañana y a comer al restaurante que tanto te gusta, amigo. —hago una mueca al saber que es su restaurante favorito. —¿Y le ha gustado? —me atrevo a mirarle. Le regalé una de mis sonrisas genuinas. —Me ha encantado —solté. Miré a Hiroshi y le guiñé. Él me sonrió. Cuando el mesero nos trajo nuestras bebidas, derrama las bebidas encima de mi acompañante. —Mierda, iré al lavabo. —el mesero no dejaba de disculparse, Hiroshi se levantó molesto. —Ahora vuelvo, Adeline. —asentí en acuerdo. Félix pidió otras bebidas, estás no fueron derramadas. —¿Por qué finges no conocerme? —levanto la mirada de mi celular y lo enfrento. Aquí vamos. —Sé que me reconociste, pero no le dijiste Hiroshi. ¿Por qué? —¿Te duele que no te haya saludado como un viejo amigo? —espeté. Suelta una risa vacía. —¿Viejo amigo? —pregunta con ironía. —Para nada, solo tengo curiosidad. —responde con una sonrisa en sus labios. Maldito cretino. —Entonces te quedarás con la curiosidad —me crucé de piernas y sonreí burlonamente. Seguí escribiendo un mensaje para Roy. Para cuando volvió Hiroshi, le dije que me retiraba. Que tenía que checar algo del trabajo al día siguiente, muy temprano. Félix me dio una mirada desdeñosa. Vete a la mierda. Salí del lugar y marqué a Roy. La llamada me iba a salir muy cara. Pero no respondió. ¿Dónde mierda estaba cuando lo necesitaba? Mi respiración estaba descontrolada, y mis manos comenzaban a temblar, todo en mí estaba mal. Sentí el nudo en mi garganta nuevamente, y volví a ese tiempo atrás. Me sentí miserable. No se lo iba a dejar saber de todas formas, por eso tenía que salir de allí. Ya no era la misma chica de antes. Era más fuerte. Mis emociones no iban a joderme, pero no estaba segura de ello ahora. Me apresuré a caminar entre las calles, los taxis no paraban y solo quería estar ahora mismo en la cama del hotel, cubierta con el edredón. —Ok. Tranquilízate. —me repetí varias veces, mierda. Necesitaba un trago. Divisé un bar a unas cuadras y fui allí. Quería que estas emociones se hundieran en el fondo, no debieron emerger otra vez. Cuando entré, la música era una buena señal. Había algo sonando sobre Shakira, fui directo a la barra y pedí lo mejor de la carta. Creí que Asia no conocía a Shakira, pero ¿Quién no lo hace? Además, las canciones que ha estado sacando por su ruptura, son de lo mejor para bailar. Después de un trago sentí como iba calmándome, el alcohol anestesiaba todo sobre él. ¿Por qué de todos los lugares lo encuentro aquí? ¿está el destino jugando conmigo? Había pasado tanto tiempo de aquello. Lo había olvidado, o eso pensaba, pero ahora que lo vi me desmoroné. Mi cuerpo lo reconoció, esa mirada. Había cambiado tanto, todos lo habíamos hecho. Ya no quedaba nada de la antigua Adeline. No era la misma tonta de antes, a la cual engañaban con facilidad. Ya no había nada de aquello. Pedí una botella. ** Con el tiempo, la tolerancia al alcohol aumentó. Después de terminar mi botella, tomé un taxi hacia el hotel. Amanecí en mi cama, mírame Félix. Sé cuidarme sola. Eso me lleva a recordar la primera vez que me llevó a mi departamento, porque estaba preocupado de que manejara ebria. Me odio por recordar eso ahora. Me levanto de la cama y voy al baño. Necesito espabilar todos estos recuerdos. Voy directo a la sede que tiene la empresa aquí. —Me hubieras llamado para saber que ya estabas aquí —Charlie fue transferido hace dos años. Es el único con el que puedo sentirme como si estuviera en mi otro trabajo. Lleva unas gafas de montura rosa y una corbata que lo combinan. Es todo un fashionista. —Lo siento, cariño. He querido ver los alrededores por mi sola —respondo. Hace un mohín. —Entiendo. Pero no te salvarás de mí tan fácilmente, —me lleva a su oficina y me explica lo que se hará el fin de semana. Le hablo sobre lo que investigué y lo unimos. —Ok. Te veo el fin de semana, entonces —me levanto de mi asiento. —Te veré esta noche, perra. Iré por ti. —amenaza. Me rio cuando salgo de su oficina. Era cierto sobre que venía por mí. Estamos en un antro demasiado guay. Como que si fuera uno estilo americano-mexicano con un toque de japonés. Y lo confirmé cuando vi la carta de bebidas. ¡Aquí si había tequila! México tenía una de los mejores sedantes en alcohol. —Está guay ¿no crees? —me pregunta. Asiento en acuerdo. —Lo descubrí cuando vagaba por las calles, es muy popular en esta zona. Tiene ese toque entre norteamericano-mexicano y un toque de japonés. —Eso veo. Tienen tequila. —anuncio, emocionada. Él se ríe. —Dicen que pertenece a un hombre muy poderoso de los yakusas. —se acerca y me susurra —la mafia japonesa. —no me sorprende. Se encoge de hombros. —En fin, me encanta que haya pensado en los extranjeros ¡Salud! —chocamos nuestros chupitos y fondo. —¡Siguiente ronda! —grité. Y así comenzó la desastrosa noche de copas en el recuentro con un viejo amigo.
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