El sol del amanecer iluminaba suavemente el horizonte mientras Anne y Teodoro se dirigían a su nuevo hogar. La camioneta de mudanza seguía detrás de ellos, cargada con todas sus pertenencias, como un símbolo de los recuerdos y experiencias que dejaban atrás. Anne, sentada en el asiento del copiloto, no podía evitar sentir una mezcla de nerviosismo y esperanza. Este no era solo un cambio de residencia, sino una oportunidad para empezar de nuevo, lejos de las sombras de su pasado. Teodoro, por su parte, mantenía una mano firme en el volante mientras lanzaba miradas furtivas hacia Anne. Podía sentir la tensión y la emoción que emanaban de ella, y aunque intentaba concentrarse en la carretera, no podía evitar que sus pensamientos vagaran hacia la posibilidad de un futuro juntos. Cada vez era