Mientras Anne y Teodoro navegaban sus sentimientos, Gloria seguía en su búsqueda frenética. Cada pista la llevaba más lejos, y la frustración comenzaba a pesarle. Sin embargo, su determinación no flaqueaba. La idea de enfrentar a Anne y hacerla pagar era lo único que la mantenía en pie.
Un día, mientras revisaba unos documentos antiguos en la casa de Anne, encontró una pista que la llevó a una dirección cercana. Sin perder tiempo, se dirigió allí con la esperanza de finalmente confrontar a Anne. Pero al llegar, se dio cuenta de que la dirección no era más que un desvío, un lugar vacío que no ofrecía ninguna respuesta.
Gloria gritó de rabia, su frustración alcanzando un punto de ebullición. Sintió cómo la desesperación y la impotencia la envolvían, y por un momento, se quedó allí, sola y
