Anne y Sara se enfrentaban a un peligro inminente mientras ordenaban los escritos y dibujos de Anne en su casa. Estaban inmersas en la tarea cuando, de repente, escucharon el sonido de la puerta principal abrirse. El corazón les dio un vuelco al darse cuenta de que la madre de Fernando había llegado inesperadamente. En un instante de pánico, Anne y Sara intercambiaron miradas llenas de ansiedad, sin saber qué hacer. Justo cuando estaban a punto de entrar en pánico, Sara tuvo una idea brillante. Sin perder un segundo, se levantó de su silla y se apresuró hacia la puerta principal, con la bandeja de comida que habían preparado anteriormente en la mano. —¡Hola, señora Gloria! —exclamó Sara con una sonrisa forzada, tratando de disimular su nerviosismo—. ¿Puedo ayudarla a llevar esto a la mes