Anne estaba en la terraza de su pequeño apartamento en París, mirando la Torre Eiffel iluminada en la distancia. La ciudad de la luz había sido todo lo que había esperado y más: una aventura emocionante, una oportunidad para el crecimiento personal y profesional. Sin embargo, la oferta para renovar su contrato por otro año había dejado su corazón dividido.
París la había acogido con los brazos abiertos, brindándole una nueva vida llena de experiencias y aprendizajes. Cada rincón de la ciudad le había ofrecido algo diferente: el bullicio de los mercados, la serenidad de los jardines, la majestuosidad de los museos. Había hecho amigos y había aprendido a amarse a sí misma de una manera que nunca creyó posible. Pero cada logro, cada éxito, se veía opacado por la nostalgia que sentía por Teod
