Mientras Anne comenzaba su nueva vida en París, en su ciudad natal, Fernando y Gloria estaban consumidos por la ira y la frustración. La notificación de la denuncia había sido un golpe duro para ambos. Fernando se sentía acorralado y desesperado, su mente cada vez más oscura. La rabia crecía dentro de él, alimentada por su incapacidad para aceptar la situación. "¡No dejaré que se salgan con la suya!" gritó Fernando, golpeando la mesa con tal fuerza que los objetos temblaron. "Anne me las va a pagar." Gloria, aunque igualmente enojada, trataba de mantener la calma. "Tenemos que pensar en una manera de contraatacar sin meternos en más problemas." "¡No me importa!" respondió Fernando, su voz llena de veneno. "Haré lo que sea necesario para hacerle la vida imposible." Fernando comenzó a ca