En toda la mañana no volví a ver a Cristian, hasta que en horas de la tarde fui dada de alta, el mismo se presentó para llevarme a casa. “Desde esta noche te mudarás a mi habitación, he ordenado a tu compañera de cuarto que ponga todo allí”, decía mientras encendía su auto. “¿Qué? No quiero dormir con usted”, respondí nerviosa. “Si vamos a tener un hijo deberá cumplir con eso, además piense que pronto quizás esté libre de mi”. “Es lo único que me importa, liberarme de usted, es todo lo que anhelo en mi vida”, no importaba lo que pensara de mi, solo quería escapar de sus garras. “¡Somos dos! Yo también quiero salir de usted. Por cierto a partir de mañana trabajará conmigo en la oficina, ahora será mi secretaria, llevará mi agenda”, dijo. “¿Su secretaria? No sabría si soportaría estar