Miro a mamá detrás del vidrio y me es imposible no soltar una mueca de dolor.
Está golpeada, muy golpeada. Su ceja tiene un corte que se ve bastante profundo y reciente. Tiene varios moretones y rasguños en su rostro y las ojeras que tiene denotan cansancio extremo, seguramente lleva días sin dormir bien.
¿Cómo diablos le pasó esto si la vi hace una semana?
Y yo divirtiéndome sin saber que mi madre la estaba pasando mal. ¿Qué clase de hija soy?
Ahogo un grito cubriéndome la boca con la palma de mi mano y reteniendo las ganas de echarme a llorar ahí mismo. Ni siquiera soy capaz de poder abrazarla ya que este estúpido vidrio nos separa.
¡Mi mamá no es una maldita delincuente!
— Mamá... Pero... — Termino de acercarme y con mi mano libre toco aquel vidrio en un intento de sentir su cerca
