Miguel sale de la empresa con paso apresurado, su suerte debía estar de paseo… es la segunda vez que James lo llamaba en compañía de su sugar mommy, está comenzando a creer que James de verdad lo tiene monitoreado y en el momento que va empezar su éxtasis, pum, interrumpe para sacarlo de su burbuja, porque tanta casualidad no podía ser cierta. Su móvil vuelve repicar, gruñe, porque esta llamada si o si debe atenderla, preparándose para el ladrido que escuchará al otro lado de la línea, responde: —¿Por qué carajo no me respondes las llamadas? —en efecto, James lo primero que hizo al Miguel responderle fue ladrarle al móvil. —Disculpe jefe, en ese momento tenía en frente a un fiscal de tránsito y no podía atenderle —se excusa con lo primero que se le viene a la mente. En la vida de Mig