Con un nudo gigante en la garganta volví a doblar la carta que Dominic escribió aún estando vivo. Abracé la carta a mi pecho con demasiado cuidado de no dañarla y cerré mis ojos con fuerza dejando caer las últimas lágrimas. Abrí mis ojos y suspiré al ver que seguía parado enfrente de mí. - Gracias por venir y darme la carta – Asintió un tanto incómodo – Si quieres ya te puedes ir. - No me voy a ir – Suspiró – Vengo a pedirte una disculpa. No quería desaparecer de un día a otro, pero era necesario. - Pues si quieres, puedes desaparecer ahorita. Ya no te necesito en mi vida – Sus ojos reflejaron un sentimiento de dolor por mis palabras – Te lloré cuando no debía, casi arruino mi matrimonio, no estuviste en mi boda, o cuando le dispararon a Domin