Sammy y Max no supieron en qué momento terminaron dando un paseo por el sendero floral del parque. Solos. Los dos juntos. Ella había dicho que quería ir al baño, y Max la acompañó porque el vino también le había dado ganas de orinar, y una vez salieron de ahí, en vez de regresar con los chicos, se desviaron para dar un paseo. Max debía admitir que Sammy, con ese vestido y con ese bolsito de gatito, parecía una niña buena, y no esa chica ruda que aparentó ser en las canchas y que ahora lo aparentaba como entrenadora. Ella sin duda era el vivo ejemplo de lo que era separar la vida profesional de la vida personal. —¿Sabes? Eres un paisano colombiano, no conozco muchos en esta ciudad, y los colombianos suelen ser muy unidos cuando están en el extranjero, pero yo ni siquiera sé cuál es