CAPÍTULO 30: UN PLAN QUE FALLA. Isabella caminó lentamente hacia el altar, su corazón latiendo con fuerza. Sentía que algo no estaba bien con su vestido. Al llegar junto a Sebastián, él pudo notar su incomodidad. ―Gracias, papá. ―le di una sonrisa y luego se inclinó hacia Isabella ―¿Qué sucede? No me digas que… ―Mi vestido… está mal. Sebastián la observó confundido y vio cómo ella sostenía deliberadamente la parte superior de su vestido. ―¿Qué pasa? ―No lo sé, pero… está como roto. ―¿Qué? Ese maldito vestido costó 10.000 dólares. ―Pues tu modista Monique, te estafo y por favor no maldigas en la iglesia, es pecado. Él apretó los labios y suspiró levemente. ―Genial, lo que nos faltaba ser la comidilla delante de todos, voy a arreglar cuentas con Monique. ―luego miró a los invitados