El agua tocó mi piel refrescando mi cuerpo al instante, nade al menos unos 30 segundos bajo el agua antes de que mis pulmones pidieran un poco de aire.
Tomé una fuerte bocanada de agua cuando respiré, abrí mis ojos y giré un poco mi cuerpo para encontrar a Felipe, no lo veía por ninguna parte.
— ¿Felipe? — pregunté mirando hacia todas partes.
Me hindi en el agua y abrí mis ojos para buscarlo, al hacerlo justo lo vi nadando muy rápido hacia mi con una sonrisa, abrí mis ojos con sorpresa y antes de que pudiera salir a tomar aire o si quiera nadar hacia otro lado él ya me había atrapado cuál pescado en una red.
Salió a la superficie y en efecto yo con él.
— ¡Que me matas del susto! — exclamé recuperando mi voz.
— Dramática — sus manos estaban en mi cintura y la cercanía cada vez me gustaba más.
— Esto es increíble, no me cansaré de decirlo. Muchas gracias por traerme, hace tanto tiempo no disfrutaba de una salida.
— Me alegra haberte traído, sabía con mucha seguridad que te iba a gustar.
Asentí con mis labios en una fina línea, me hundí en el agua y nade lejos de él, estuve dentro del agua por al menos cinco minutos.
Me sentía como si fuera una sirena y estuviera en mi lugar, abrí los ojos bajo el agua y Vi que Felipe nadaba muy cerca a mi, sus ojos estaban cerrados mientras hacía movimientos con sus manos para nadar más rápido.
Estuvimos mucho tiempo nadando cada uno por su lado, al pasar los minutos cada vez estábamos más cerca e indirectamente sin decirnos nada comenzamos a hacer carreras en el agua, Felipe siempre ganaba por lo que las últimas veces me subía sobre su espalda para no dejarlo avanzar más.
Entré risas y sonrisas pasamos la tarde.
— Oye, ya me dió hambre, ¿Vamos a comer? — preguntó Felipe.
Asentí temblando un poco y salimos del agua, me senté sobre el mantel estirando mis piernas y poniendo mis manos hacia atrás para sostener mi peso.
Felipe sacó los sandwiches de la cesta y me pasó uno, di la primera mordida y gemí al sentirla en mi boca, no me había dado cuenta que tenía tanta hambre hasta ahora..
Mire a Felipe quien me miraba con su boca un poco entreabierta.
— ¿Qué? — hablé con la boca llena.
— Nada — sacudió el agua de su cabeza cayéndome un poco en las piernas.
Comimos en silencio, pero no era incómodo, era un silencio que era muy agradable.
— Gracias — le dije al terminar de comer el sándwich.
— ¿Quieres otro? Traje muchísimos porque a mí nadar me da mucha hambre.
Reí ante sus palabras.
— Vale, dame otro por favor — Felipe me pasó otro sándwich con una sonrisa.
No fue tan dramática al comer el primer bocado de este y de reojo veía a Felipe dar el primer bocado a su tercer sándwich, pues si que era cierto que nadar le daba muchísima hambre.
Mientras él seguía comiendo yo me recosté en el mantel colocando mi cabeza sobre mi mochila, cerré mis ojos y poco después había caído en un profundo sueño.
— Florecita, florecita — escuché que susurraban.
Abrí mis ojos lentamente, y ví el rostro de Felipe demasiado cerca al mío, coloqué mis manos en su pecho y lo alejé de un pequeño empujón.
— No me llames florecita, lo odio.
— Lo sé, por eso lo hago… Florecita.
Antes de reaccionar y darle un puñetazo en su lindo rostro, él salió corriendo y se lanzó al agua.
Me estiré y me levanté para ir a nadar otro poco más.
Al entrar al agua decidí ponerme de espaldas en el agua y flotar recibiendo el sol en todo mi cuerpo, mis manos se movían en compás con el agua
Pudieron pasar minutos o incluso horas y yo seguía en la misma posición hasta que sentí como un chorro de agua me caía en la cara.
Me ahogué con esta tan horrible que sentí que toda mi vida pasaba frente a mis ojos, y no me había gustado lo que había visto, necesitaba más tiempo para rehacer los daños que hice. Felipe también pasó por mi mente, pero quizás fue solo un sueño porque no recuerdo haberlo visto vestido de n***o desde que lo conocía y he de informar que el n***o le quedaba muy pero que muy bien.
Cuando por fin comencé a respirar como una persona normal agradecí a Dios por darme una segunda oportunidad de poder vivir y después le grité con todas mis fuerzas a Felipe.
Point of view Felipe.
— ¡Te voy a matar! — el rostro de Rose se había tornado muy rojo y aún no descubría su era debido al sol o al enojo, esperaba que fuera la primera opción.
— Para, para — solté una fuerte carcajada que la hizo enfadar más, llegó hasta mi lado y me hundió.
Contuve la respiración lo más que pude, quise hacerle una pequeña broma y hacerme el muerto, total, me había ahogado.
Dejé de fingir que pataleaba bajo el agua, no tardó mucho, gracias al cielo, en qué Rose se diera cuenta de que yo no me movía, tiro de mi cabello muy duro y saco mi cabeza del agua, respire profundo llenando mis pulmones de aire pero siendo muy disimulado para que Rose no se diera cuenta.
— ¿Felipe? — preguntó con miedo.
Seguí fingiendo estar muerto, sus manos tocaron delicadamente mi rostro.
— ¿Felipe? Abre los ojos por favor. — sus dedos recorrieron mi pecho desnudo. — Por favor, por favor abre los ojos.
No respondí.
Rose se colocó en mi espalda y comenzó a nadar conmigo un poco sobre ella, escuchaba que susurraba pequeñas oraciones que no entendía mucho de lo que decía.
Salió del agua y me sacó arrastrando mi cuerpo, mi espalda fue herida por pequeñas piedritas y ramas, quise quejarme del dolor cuando una piedra me golpeó la costilla, pero debía de seguir con mi actuacion y Rose seguía arrastrandome.
— Por favor Felipe, abre los ojos.
Gotas de agua caían en mi rostro, quizás de su cabello rubio o eso pensaba hasta que escuche sus sollozos.
— Por favor despierta, no puedo soportar ver a otra persona morir por mi culpa, no otra vez, no otra vez.
Abrí mis ojos cuando sus sollozos se hicieron aún más profundos, la atraje hacia mi pecho y la abracé muy fuerte.
— Estoy bien, ya estoy bien — susurré sobre su cabello.
— No otra vez, no otra vez — seguía susurrando contra mi pecho, mi corazón latía muy fuerte porque no sabía lo que significaban sus palabras y tenía miedo de que se estuviera enloqueciendo delante de mí.
— ¿Rose? — con mis manos en sus hombros y aleje un poco de mi para poder ver su rostro.
Sus ojos estaban perdidos y seguía repitiendo sin para el No otra vez, no otra vez.
No sabía que hacer, no sabía si también era una broma de ella o si de verdad estaba teniendo un ataque de pánico.
¿Que se suponía que se hacía en estos casos?
No tenía ni idea de que hacer, y tenía miedo de hacer algo que en vez de ayudarla la afectará más pero sin pensar mucho por los nervios que tenía, coloqué mis manos en cada una de sus mejillas y acercando mi rostro al suyo uni nuestros labios.
En un principio mi idea al fingir ahogarme fue esto, que ella me tuviera que dar respiración boca a boca y así poder besarla, pero ahora todo había dado un giro y era yo quien la besaba.
Y Jesús que me sentía en el cielo mientras sus labios estaban sobre los míos, muy despacio ella comenzó a reaccionar a mi beso, y seguirme el juego, cuando su lengua recorrió mi labio inferior para pedir entrada a mi lengua se la concedí con muchísimo honor, sus manos se enredaron en mi cabello y mis manos bajaron a su cintura para atraerla a mi cuerpo todo lo que fuera posible.
Su ávida lengua exploraba mi boca y pasaba de eso a morder mi labio inferior, primero duro y luego suave, definitivamente Rose si conocía la manera de como tener a un hombre a sus pies solo con besos.
Jamás había besado o sido besado de la manera en la que Rose lo estaba haciendo, el corazón parecía que se saldría de mi pecho mientras yo trataba de seguirle el ritmo.
Mis manos se enredaron en su cabello para pegar su rostro más al mío, si alguien nos veía nos llamaría pervertidos de todas las maneras posibles, nuestras bocas ahora era una sola mientras teníamos una ardua exploración.
Mordí y tiré del labio inferior de mi florecita para luego lamerlo, escuche su gemido que me volvió igual de loco que cuando gimió mordiendo el sándwich, un sonido que era celestial para mis oídos.
Sus manos recorrían mis brazos y mi espalda dejando unos cuantos arañazos en el camino, nuestros cuerpos de sentían calientes más aún al estar uno contra el otro.
Al estar a horcajadas sobre mi sus caderas se movieron hacia adelante provocando una fricción entre nuestras entrepiernas, solo nos separaba ropa mínima que al estar mojada era como si no tuviéramos nada y se sentía tan rico que un gruñido salió de mi boca.
— No sigas haciendo eso, por favor.
Pedí en un susurro contra sus labios porque ya tenía una erección del tamaño del Everest que dolía como la mierda, mis palabras parecieron haberle dicho lo contrario pues de nuevo sus caderas buscaron hacer fricción contra mi entrepierna.
Ahora fue ella quien gimió mordiendo lentamente mi lengua, me contuve muchísimo para no explotar allí mismo y hacerla mía en ese instante..
Desde que la conocí por primera vez le tuve muchísimas ganas, pero aún así no podía aprovecharme de ella, si quería hacerle el amor como tantas veces me había imaginado debía ser con ella muy consciente, no drogada o con un ataque de pánico..
Por lo que con mucha pena y dolor en mi entrepierna me alejé de ella.
— No — se quejó.
— No podemos seguir acá, debemos de ir a casa.
Rose abrió los ojos y la contemple, sus cabello rubio en dos trenzas despeinadas, sus labios rojos e hinchados, sus pupilas dilatadas, sus mejillas sonrosadas.
Era la vista de un ángel la que tenía frente a mi, parecía surreal, traída de otro mundo justo para encajar con mi cuerpo, aún no del todo pero esperaba hacerlo pronto.
Sus ojos recorrieron nuestros cuerpos unidos, su entrecejo se fue frunciendo al igual que sus labios, pronto la tuve muy lejos de mi.
— Lo… lo siento, no sé porque hice eso — sus brazos cubrían — ¡¿Por qué me besaste?!
— ¡Porque no sabía cómo calmarte! Estaba asustado y pensé que te podrías desmayar y morir acá, tenía mucho miedo — sus ojos se encontraron con los míos.
— Yo pensé que te había matado — sus ojos se llenaron de lágrimas.
— No me hiciste nada, solo fue una pequeña broma, no pensé que te haría sentir tan mal, perdóname.
Negó con su cabeza mientras recogía su vestido del suelo y se lo ponía.
— Rose perdón.
— Si si — murmuró sin siquiera mirarme, pase una de mis manos por mi cabello sacudiéndolo.
— Mírame, — llegué a su lado y con mis manos a cada lado de su mejilla la obligue a mirarme — Perdóname, no lo volveré a hacer, no sé que te pasó para que reaccionaras tan mal a una broma, pero sé cómo te sentiste porque sentí lo mismo cuando pensé que te estaba perdiendo, lamento haberte besado — me quedé callado un momento — bueno, en realidad no lamento haberlo hecho porque quería hacerlo, pero lamento haberlo hecho en esta circunstancia, aunque sirvió eh….
Traté de bromear pero Rose en ningún momento hizo un amago de sonreír o reír, la Vi ponerse sus converse y yo entonces decidí ponerme mi ropa, miré al cielo pidiendo a quien hubiera allá arriba que mi no relación con Rose no se hubiera terminado, solo el cielo sabía lo mucho que había esperado por este momento de nuevo.