Vamos todo el corto trayecto en completo silencio, ya que, luego de despedirme de Verónica, me dirigía a la parte trasera de la camioneta de Gabriel, pensando que muy probablemente su hermana quiera ir adelante, pero Diego se adelantó y abrió la puerta de copiloto para mí, dejándome un momento incomoda bajo una mirada en particular que se sentía como si intentase perforar mi nuca. – Vamos, la reina debe ir al frente – su sonrisita me decía que estaba disfrutando no solo avergonzarme, sino molestar o incordiar a su hermana, quien al parecer no pudo evitar soltar un comentario respecto a esto. – Oh, yo siempre he ido al frente cuando viajo con ustedes – siento sus pasos resonar atrás mío junto con los del conductor, es decir, mi jefe. Ni siquiera hago un amago por voltear, quiero ahorrarm