Llego a la oficina con sentimientos encontrados, mis niñas estaban felices, entonces eso me hace feliz a mí también, pero están creciendo muy rápido, y antes de que me dé cuenta se van a independizar, a ir a la universidad, y a dejarme sola, mientras ellas hacen locuras de universitarios.
Pero sé que debo ser fuerte, mientras ellas estén bien yo lo estaré, y si las locuras que hagan son muy grandes, ahí estaré yo, para ayudarlas y luego reñirlas. Suelto un suspiro largo al visualizar todos los problemas en los que puede meterse Leah cuando llegue a esa edad tan problemática.
A veces me gustaría que se detuviera el tiempo y que se quedaran al menos por un rato más como mis pequeñas bebés consentidas.
– Tranquila, mamá oso, todo estará bien – Gabriel pasa un brazo sobre mis hombros y me a
