Ha pasado una semana, y aunque ya estoy adaptada al ritmo de trabajo de Gabriel, su recepcionista no me hace el trabajo nada fácil, sino que, al contrario, está siendo una experta en esto de sabotearme. Lo primero es que ignora todas las llamadas y me las pasa directamente a mí para yo tratar con ellas; luego, la primera vez que le pedí el favor de buscarme un documento me ignoró como si fuese una mancha en el piso, y tuve que encargarme de llamar al mensajero por mi cuenta, quien fue muy amable, aunque como yo, él tampoco la tiene fácil, entonces tiendo a no llamarlo tanto, sino que me tomo la tarea de ir yo de arriba abajo en busca de lo que sea que necesite. De igual modo, Verónica no me deja ninguna nota cuando no estoy en mi oficina y por obvias razones no puedo responder las llamad