Capítulo 6

1515 Words
No recuerdo haber descansado nunca tan bien, incluso entre sueños suspiro y me acurruco, ignorando el dolor como puedo, todo esto evitando moverme mucho, porque sé que mis pequeñas están en algún lugar cerca mío, por lo que trato no despertarlas, sin embargo, sé que todo es esfuerzo perdido cuando un grito de Lily termina de levantarme, siendo seguido por el llanto de Leah. Lo primero que hago es levantarme con rapidez y veo como Lily, siendo toda una pequeña dramática, da vueltas por la habitación, viendo todo con fascinación y cubriéndose la boca con las manitas, mientras que, por otro lado, Leah se encuentra sentada llorando del susto de haber sido despertada por el grito de su hermana mayor. – ¿En dónde estamos? ¿Sigo dormida? ¿Esto es un sueño? ¿Ahora somos princesas? – la niña comienza a dar vueltas sin dejar de soltar risitas, mientras que yo, con todo el dolor de anoche multiplicado por dos, agarro a la beba en brazos, quien al notar las risas de su hermana comienza a soltar algunas también. Al menos ya dejó de llorar. Pasan un par de segundos cuando la puerta se abre bruscamente y se asoman ambos hermanos que fueron ayer tan amables, junto a John, quien sigue igual de elegante que la noche anterior. Al verlos, mi hermanita suelta otro grito y corre a toda velocidad hacia Gabriel, quien la levanta en brazos cuando ella literalmente se lanza a él con los brazos abiertos. – ¡Amber nuestro héroe nos trajo a un castillo! ¡Es un príncipe! – suelta risitas y besa un par de veces su mejilla mientras hace ojitos al verlo. Es una coqueta que ha soñado durante un buen tiempo en casarse con un príncipe. Suspiro, dejándola en su intento por conquistarlo y volteo hacia Leah que ve todo algo confundida y finalmente se decide por levantar sus brazos a Gabriel también, porque aparentemente, la niña aprendió que es buena idea hacer lo mismo que su hermana mayor, ojitos incluidos. John parece soltar un suspiro de alivio al ver que no ha pasado nada más que una niña rebosante de emoción, así que sale de la habitación, pero, al contrario de él, los hermanos se adentran a la habitación. – Nos diste un susto enorme – dice Diego mientras se sienta a mi lado y toma a Leah en brazos, quien sigue viendo fijamente a su hermana, que también continua con eso de hacerle ojitos a Gabriel. – Si, la verdad es que yo también me asuste – le contesto con una pequeña sonrisa y veo con ternura como Lily parece tan extasiada – Creo que a Lily le gustó un poco la habitación – suelto una ligera risa, y aprovechando que ya no tengo ninguna de mis hermanas encima, intento acomodarme un poco con cuidado, duele. – Me encanta, es hermosa, me siento como una princesa – Lily suelta un suspiro y se abraza más al cuello de su ahora príncipe, quien sonríe un poco, recibiendo todo el cariño que la pequeña soñadora tiene para darle. – Me alegra les guste – volteo la mirada nuevamente al menor, encontrándome con que ahora Leah le hace ojitos a él, tal cual su hermana mayor a Gabriel. Creo que estos dos desconocidos enamoraron a mis bebes. Escuchamos como alguien llama a la puerta, y Gabriel se acerca a abrirla, encontrándonos con John. – Señor, Alan está aquí – dice suavemente y se queda en su lugar esperando respuesta. Al terminar de hablar, ambos hermanos voltean prácticamente al mismo tiempo a mirarme y es como si apenas se acordaran de todo lo que ocurrió ayer. – Dile que suba, por favor – Gabriel se acerca a la cama, y Lily, pareciendo entender que ya no es momento de coquetear, deja ir a su enamorado y se sienta al lado mío tomando mi mano, mientras que Diego se levanta sin soltar a Leah, quien observa todo con curiosidad y sigue balbuceando un poco. Un par de minutos después el doctor Craig entra a la habitación, y luego de preguntar por mis dolencias y por como pasé la noche, procede a sacarme algo de sangre. Veo como Lily hace una mueca y sostiene mi mano con más fuerza, así que le sonrío para asegurarle que realmente no me duele. – Mañana vendré con los resultados, por favor toma un desayuno apropiado y evita esforzarte mucho si te sientes cansada, no olvides la pomada para evitar las marcas y las pastillas del dolor luego de comer – asiento a todo lo que me dice, y luego de darles las gracias sale del lugar. Luego de unos minutos más de charlas, finalmente Gabriel y Diego nos dejan solas, y poco después la tierna mujer mayor que nos recibió en la madrugada, Rose, aparece por la puerta con una muda de ropa para las tres. Lily volvió a gritar de emoción cuando vio que el baño también parecía de princesas. *** Me tomó más de una hora en dejarnos limpias y presentables a las tres, pues Lily decidió comportarse como una niña pequeña y jugar con el agua, haciendo que Leah la imite y mojen todo, haciendo un desorden enorme. Pero ¿Cómo podría regañarla por eso? Lily tuvo que crecer muy rápido para ayudarme; no puedo impedirle ser una niña cuando por fin puede serlo, aunque me duele saber que probablemente hoy o mañana tendremos que dejar esto, parece tan ilusionada que quitarle esto será un golpe a mi corazón. En fin, luego de limpiar el desastre del baño y de vestirnos, a las niñas con un vestido rosa con flores para cada una y a mí con un jean y un suéter verde básico; bajamos siguiendo las instrucciones que me dio Diego antes de salir. Este lugar es enorme, no me extrañaría perderme. Cuando finalmente llegamos al comedor, solo encuentro a los hermanos sentados comiendo y hablando de algo de lo que no tengo ni idea, y que es interrumpido por Lily, quien no ha dejado de exclamar cada que ve algo. – Buen provecho, príncipe Gabriel y príncipe Diego – hace una chistosa reverencia sosteniendo su vestido, soltándose de mi mano y adelantándose un par de pasos. Por otro lado, Leah no hace sino ver a su alrededor y señalando cada cosa esperando le diga su nombre para intentar repetirlo. Ella será muy elocuente. – Muchas gracias, princesa Lily – ambos hermanos se levantan y corresponden la reverencia, todavía no sé si esto es chistoso o adorable, pero estoy agradecida porque le sigan la corriente. >> Buenos días otra vez, princesas Lily, Leah y Amber – dice Diego mientras se sienta de vuelta en su lugar. Gabriel me indica con un gesto que tome asiento a su lado, pero dejo uno de por medio entre nosotros, dejando ahí a Lily, quien encantada besa la mejilla de su héroe, y ubico a la pequeña Leah en mis piernas. – Cereal – suelto suavemente hacia Leah cuando me señala la caja colorida que tenemos en frente – Buenos días, y muchas gracias por dejarnos quedar esta noche – saludo otra vez a los hermanos, sonriéndoles un poco. Estoy realmente agradecida e incluso algo apenada por lo que fueron testigos, pero no tiene caso enfocarme en esa parte de la historia. – No tienes que preocuparte, no fue nada. Rose nos hizo el desayuno, toma lo que quieras, y si necesitas algo más para las niñas no dudes en pedir – Gabriel ofrece amablemente, por lo que con un asentimiento de cabeza le vuelvo a agradecer. Casi se siente demasiado bueno para ser real. Pasa el desayuno con una alegre charla sobre colores, frutas, y cualquier otra cosa favorita entre Lily y los hermanos, mientras que yo me dedique a darle de comer a Leah luego de servirle a princesa Lily lo que quería comer; yo tomaba bocados mientras Leah masticaba o se distraía un poco. Al terminar y después de un par de minutos, Diego toma a Leah en brazos y le pide a Lily lo acompañe al jardín. Al principio me siento algo contrariada e incluso me asusto un poco, pero luego de pensarlo un poco, decido confiar. Después de todo dormimos aquí, si hubiesen querido hacer algo en nuestra contra hubiese sido en la noche ¿Cierto? Digo, es lógico. Camino con Gabriel cuando me pide que lo siga, y llegamos a una oficina, algo oscura, todo marrón oscuro y un olor a madera, café y canela que me resulta atrayente. Me siento en donde me indica y luego de abrir las cortinas, toma asiento al frente de mí; suspiro con tranquilidad cuando me doy cuenta que las ventanas dan al jardín y puedo ver a mis hermanas jugando en el pasto con Diego. – Iré directo al grano y no quiero sonar entrometido, pero me gustaría saber su historia y como llegaste a vivir de esa forma con las niñas. Si no quería sonar como tal, entonces debió quedarse en silencio y no preguntar lo que no le importa.
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