– ¡¿Qué?! – la ruidosa exclamación de Verónica me hace levantar de mi asiento y callarla con una expresión bastante enojada, como si ya no fuese suficiente con que lo sepa todas las personas que viven en la casa, ella también se tuvo que enterar, pero esta vez no puedo quejarme al respecto, después de todo fui yo la que termine contándole. Aunque y en mi defensa, también tengo que acotar que ella es mucho más molesta que mis bebés haciendo berrinches al mismo tiempo, y ellas tienden a hacer bastante ruido cuando no consiguen las cosas simplemente con sus ojitos tristes. – Lo que escuchaste, ahora ya calla y ve a trabajar, la verdad es que hoy no estoy de humor para hablar civilizadamente, hablemos después – vuelvo a sentarme tomando del café que ella me trajo antes de entrar. Inicialm