Uno y otro seguían hechizados, contemplándose como si nunca hubieran sabido lo que significaba estar verdaderamente tan cerca de otro ser humano. Adamis suspiró un par de veces envuelta en los brazos de un hombre que la acobijaba con verdadero sentido de resguardo, percibía el profundo respirar de él. Deleitó sus manos acariciándole las mejillas que tenían ya la barba crecida y su oscuro cabello suelto le llegaba a los hombros.
Adamis no pudo evitar que sus pensamientos se profundizarán. Ya hacía mucho tiempo que en la oscuridad de una noche y a solas, en completa desnudez había clamado al oscuro morador del abismo con el simple anhelo de ser escuchada por él para tener más que riqueza, ella lo había invocado para tener la capacidad de ser como él, que le permitiera ser parte de él y así
