Pasé casi toda la noche del domingo adelantando trabajos en mi habitación, tratando de no explotar por lo que había pasado el viernes. Bueno, no pensar en todo aquel día turbulento que tuve. Hacer… como si nada hubiese pasado en el centro de desarrollo. Mi hermana dormía con auriculares puestos y dándole la espalda a la lámpara que reposaba encendida sobre la mesita de noche. A veces me preguntaba si algún día podía ser como ella, así, toda desinteresada por lo que pasa a su alrededor; bueno, en su casa, porque al resto de la sociedad, su sociedad, ella sí que era muy atenta. A eso de las cinco de la mañana decidí enviarle un mensaje a Gabriel. Ya sabía que en Argentina eran las siete de la mañana y lo más seguro es que él estaría despierto. Bueno, eso creía yo: ¿Qué puedo hacer si mi