Alzando su mano para coger sus cereales favoritos, Spencer no pudo contener el sonido irritado que escapó de entre sus labios cuando otra mano se alzó sobre la suya y le arrebató prácticamente la caja.
—¿Te he dicho lo lindo que te ves cuando haces esos ruiditos? —expresó Edel con una gran sonrisa.
—Dame mi cereal, por favor —pidió estirando su mano hacia él.
—¿Estos? —preguntó y observó la caja entre sus manos—. Estas cosas ni siquiera podrían considerarse cereales, solo las estás comprando por el barato precio, ¿no? —bufó.
—No es tu asunto —espetó ignorando el calor en sus mejillas ante la acertada declaración del alfa.
Pero en su defensa, había otra marca que era igual de barata, y esa era realmente mala.
—No, no puedo permitir que lleves algo como esto —anunció Edel y dejó la caj
