Pasar la noche y la mañana en casa de Diego fue sorprendentemente divertido y relajante. Me cuidó tan bien que casi me daba pavor volver a casa, a mi vacío y pésimo apartamento. El vaso de agua junto a la mesita de noche que había rechazado antes de irme a la cama fue una bendición cuando me desperté en mitad de la noche, sedienta como un demonio. Me había despertado moliendo en su polla, pero en mi defensa, pensé que todo era un sueño muy realista... hasta que me di cuenta de que no lo era. Ups. Y la forma en que me había despertado más... una chica podría acostumbrarse a ese tipo de comienzo del día. La imagen que había tenido de su polla, muy grande, se había grabado en mi cerebro y ahora vivía libre de alquiler en mi mente. El primer pensamiento que tuve cuando me reveló su paquete