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El Hijo del Magnate

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Blurb

Una noche bastó para que mi vida diera un giro de 180° grados, siendo el heredero de una fortuna, convirtiéndome en un magnate a puro esfuerzo, un soltero apetecido por las mujeres, pero un desliz de una noche, me puso en una posición que ahora me toca enfrentar. Hace dos noches que me alojé en un lujoso hotel en el estado de las vegas, llevaba una cerveza en la mano y di una vuelta por las máquinas tragamonedas, me encontraba aburrido, cuando vi a una mujer pequeña sentada, jugando, completamente sola.

Su pelo es largo y rubio, casi por la cintura. Algo rizado y me encantó. Tiene un flequillo corto y su cara es pequeña, así como su nariz, pero sus ojos son marrones claros, tan claros que parecían amarillos. Nunca había visto un marrón tan claro. Es preciosa, como una muñeca. Ella juega en una máquina de tragamonedas, aunque no se veía nada feliz. Me senté a su lado. Observe todos sus movimientos No es mi tipo, de ninguna de las maneras. No era como las otras mujeres, no era alta, no tenía pechos exagerados. Todo lo contrario. Tiene pechos generosos, pero para nada de lo que estoy acostumbrado, aunque podrían caberme fácilmente en una mano, no obstante, aún no sigue siendo mi tipo. Sin saber que terminaría casado con una completa extraña.

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AMANECER CON UNA COMPLETA EXTRAÑA
Él se despertó desorientado y algo le pesaba en el cuerpo, como si tuviera otro cuerpo encima del suyo, algo que no era posible para él. Concebía una calidez y una piel suave sobre su cuerpo. Abrió los ojos con dificultad y miró la maraña de sábanas a los pies de la cama y una pierna pequeña encima de su larga pierna, casi rozando su libídine, unas manos encima de su cadera. Las manos eran pequeñas y femeninas, de uñas cortas y bien cuidadas. Pintadas con manicura francesa y lo abrazaban casi a todo lo largo de su pecho. Pero… ¡Era una mujer desnuda en su cama! Tenía el pelo desparramado por las sábanas. Era largo y rubio natural. Levantó un tanto la cabeza adivinando más sobre el estado en que se hallaba. No había duda de que era su habitación de hotel en las Vegas.  Situado en las Vegas Había dormido tres noches allí. Lo que no recordaba aún, es quién era esa mujer que estaba desnuda en su cama y cómo habían llegado allí. Tenía que hacer memoria. No le veía la cara, tapada por la espesa mata de cabellos. Es delgada, con un trasero precioso. Eso era incuestionable. Era muy pequeña. Él no salía con mujeres pequeñas, nunca. Le gustaban altas, como él. Porque él era muy alto. La mujer, tenía unos pechos preciosos, altos y duros contra su pecho, eso sí que lo notaba y se empezaba a excitar. Ver a una mujer desnuda por la mañana pegada a su cuerpo desnudo… era un hombre joven y estaba en plena sexualidad. Y ese cuerpo lo estaba poniendo duro. Bajó de nuevo la cabeza, con el pelo revuelto y los ojos soñolientos, sin moverse, intentando recordar dónde había conocido a esa mujer la noche anterior para habérsela llevado a su cama, cuando al mirarse la mano, vio la alianza. Buscó la mano de la mujer, miró, ¡Ella tiene la misma alianza que él! Empezó a sentirse nervioso y alterado, y cogió la mano de la mujer que estaba tumbada a su lado para comprobarlo de cerca. ¡No! ¡No podía ser! ¡Eso era imposible! Debía ser un error, o debía haber bebido más de la cuenta y él no bebía hasta emborracharse y perder la cabeza, eso era lo extraño, pero al mirar a la mesita de noche, allí estaban los certificados. ¡Dios, era una maldita locura!, ¿qué había hecho y con quién? Cogió los papeles y empezó a leerlos: Trevor Spencer Kanne, procedente de Texas, de veintinueve años de edad, se había casado la noche anterior con Scarlett Abigaíl Hamilton Mayer, de veinticuatro años, de nacionalidad española, concretamente de Barcelona… Él tiene que despertarla, mirarla a la cara y entre ambos recordar qué les había pasado. ¡Dios! Empezaba a recordar y los nervios florecían cada vez más en su interior, mientras esa pequeña, dormía a pierna suelta. Miró en la mesita de noche y allí estaba la cartera de él con todo el dinero, su pasaporte y el bolso de ella. Se quitó los brazos de ella de su cuerpo, despacio, sin despertarla y se metió en la ducha a ver si así se despejaba, quería recordar cada detalle de la noche anterior. Mientras se ducha y el agua recorre por el cuerpo, los recuerdos iban apareciendo por su mente con meridiana lucidez. La primera palabra que apareció fue: ¡Virgen! La chica había sido virgen, cuando hicieron el amor. ¡Madre de Dios! ¿En qué lío se ha metido? No se había puesto preservativo… ¡Otro fallo! No se reconocía. Intentó encajar bien el puzle mientras el agua corría despejando la maraña de pensamientos que le azotaba. UNA SEMANA ANTES Trevor, estaba en su rancho de Texas, su santuario de descanso, un rancho no muy grande, dedicado al recreo. Ya que no tenía animales en él. Solamente una pequeña caballeriza con unos cinco caballos. Lo había heredado de su padre dos años antes, los conservaba como un lindo recuerdo, cuando este murió de un infarto y él tuvo que hacerse cargo de su herencia, también del rancho y de la empresa petrolífera que su padre había creado en su juventud. Su madre había muerto también algunos años antes y se había quedado solamente. No tenía hermanos. Únicamente un tío, Roberto, un hermano de su padre, casado con Guadalupe, una mujer texana, pero con ascendencia mexicana. Tenían dos hijos, que eran sus primos, Harry y Evan, que trabajaban con él. Su tío con su esposa vivía y cuidaban de su rancho. Allí se habían criado sus primos y habían crecido, sus primos y él mismo como hermanos, en el rancho. Y ahora trabajaban en oficinas. Su primo Harry era el mayor y tenía treinta y un años, su primo, Evan, era de su misma edad veintinueve años. El rancho no lo tenían como un rancho al uso de cuidar ganado, ni tenía ganado tampoco. Era un rancho, lo ocupaban solamente donde pasaban la mayoría del tiempo en vacaciones, cuando vivían sus padres y ahora él. Cuando dejaba su oficina de Austin, Texas, ya que era allí donde trabajaba en su empresa petrolífera. Solía ir algunos fines de semana enteros o algún día del fin de semana y a veces entre semana si estaba muy estresado, por el hecho de que no quedaba tan lejos. Para Trevor era un lugar de descanso y relax. En el rancho tenía una gran casa blanca preciosa y 16000 acres de terreno, para su asueto y ocupaba los caballos para recorrer su rancho. Su tío se encarga de cuidar y tener el rancho listo y cuidado. Su tía cuida la casa, aunque ellos vivían en una casa aparte, más pequeña, que el padre de Trevor, les construyó cuando se quedaron a cuidar el rancho. El rancho, estaba cerca de la ciudad y estaba rodeado de árboles en la entrada a ambos lados y un riachuelo de aguas cristalinas, serpenteaba sus tierras. Era un rincón maravilloso de la naturaleza, lo mejor que su padre le compró a su madre como regalo por su cumpleaños y que Trevor, después, había reformado y modernizado con todos los mejores muebles y electrodomésticos del mercado. Al igual que su ático en Austin. Le gustan las cosas caras y modernas y disfruta de ellas. Podía permitírselo, no en vano era un texano millonario con una empresa petrolífera puntera en el mercado. La mayoría de las veces, si estaba cansado o salía tarde del trabajo, se quedaba en su ático de la capital, pero siempre que podía se iba al rancho, incluso entre semana. Si le tocaba acudir algún evento o fiesta, se quedaba en la capital, no obstante, su refugio, era el rancho y montar a caballo, bañarse en el río y relajarse. Algunas veces iban sus primos, con sus novias y hacían una barbacoa, se tomaban unas cervezas. De esa manera él era feliz. Incluso tenía una piscina en casa. Su casa del rancho era espléndida. Le encanta ese sitio. AHORA… Lo más importante era la mujer que está en su cama. Se vistió, se puso sus vaqueros negros que le sentaban como un guante en sus largas piernas y una camisa negra. Su sombrero también n***o y se sentó en una butaca frente a la cama. Observando el cuerpo de mujer desnuda entre la maraña de sabanas. Recuerda su cara levemente. Está seguro de que es muy guapa. La recuerda así. Cruzó las piernas estiradas y levantó su sombrero n***o con dos dedos. Sus primos, le habían dicho que se fuera a las Vegas unos días y se buscase una novia y dejara esa vida de chicas altas y rubias de silicona. Trevor dijo que ni loco cambiaba su vida de mujeriego por una sola mujer. Eso no era para él, buscarse una novia formal, como sus primos que eran hombre de una sola mujer, ellos apostaron con él que no era capaz de casarse en las Vegas con una chica normal.  Trevor se reía a carcajadas, porque a él no le faltaban mujeres dispuestas a todo por él, en cambio, sus primos que tenían novias preciosas y sureñas y estaban comprometidos para casarse, él no quería compromisos serios. Disfruta mucho con las mujeres y se acuesta con ellas sin compromisos. Las conocía en fiestas de alta sociedad o algunos bares exclusivos para tomarse unas copas si salía alguna noche que le apeteciera. Es un hombre que tiene éxito con las mujeres. No en vano la naturaleza había sido generosa con él, físicamente. Era alto, uno noventa con un cuerpo de infarto, vestía como un vaquero, su color favorito es el n***o y era un vaquero auténtico texano, salvo en eventos y fiestas a las que era invitado, vestía trajes de diseñador, incluso para ir al trabajo. Tenía el cabello castaño claro, ligeramente largo, por detrás y algo rizado. Los ojos verdes y grandes y una boca de labios gruesos, una nariz recta y barba de un par de días. Es un hombre de puntuación diez, físicamente. Sus andares rectos y seguros, le hacían parecer un hombre importante e imponentemente inaccesible. Él, marcaba las pautas en cuanto al trabajo y en cuanto a las mujeres. Perdió la apuesta con sus primos esa noche. ¡Malditos primos! Aunque siempre podía divorciarse. Casarse en las Vegas era como no casarse. Sus primos y él siempre estaban retándose con tonterías. Pero esta vez habían ido demasiado lejos y él también. La chica es extranjera y había sido virgen. Ahora lo recordaba con claridad. Y no había usado protección. No eran posibles tantos desatinos en él, que era un hombre coherente y prudente, que siempre se protegía y que era elitista y selectivo con las mujeres. Bueno, dentro de lo malo de no protegerse, estaba el punto de que fuese virgen, que no había sido tocada por ningún otro hombre. Y él siempre se cuidaba de no caer con ninguna virgen. Empezó a recordar, cómo la noche anterior, bajó a tomarse algo al hotel y quiso jugar en una de las máquinas. Llevaba tres días allí y no había conocido a ninguna mujer que estuviese sola y lo atrajera físicamente. Se quedaba en la habitación trabajando en el ordenador, y bajaba solamente a comer o pedía que le subieran la comida a la habitación. Y por la noche se daba una vuelta y se tomaba una copa. La noche anterior, llevaba una cerveza en la mano y dio una vuelta por las máquinas tragamonedas, cuando se encontró a una mujer pequeña sentada, jugando. Su pelo era largo y rubio, casi por la cintura. Algo rizado y le encantó. Tenía un flequillo corto y su cara era pequeña, así como su nariz, pero sus ojos eran marrones claros, tan claros que parecían amarillos. Nunca había visto un marrón tan claro. Era preciosa, como una muñeca. Llevaba un San Francisco en la mano y jugaba en una máquina. Él se sentó al lado de ella, había llamado su atención. La observa lo suficiente que todos sus movimientos eran extraños, ella no es su tipo, de ninguna de las maneras. No es como las chicas excesivamente voluptuosas, no era alta, no tenía pechos exagerados. Todo lo contrario. Tenía pechos generosos, pero para nada lo que él estaba acostumbrado, podrían caberle fácilmente en una mano, sin embargo, nada más. Volvió a la realidad y vio a la muñeca en su cama que seguía durmiendo como un lirón. Scarlett se llama, eso lo recordó de inmediato. En algún momento de la noche, le dijo que podía llamarla como él quisiera. Debía reconocer que, aunque no era su tipo, sin embargo, parece hermosa, durmiendo. Se dio la vuelta y se puso boca, arriba y su intimidad estaba frente a él, sintió una erección instantánea al moverse ella en la cama. Sus pechos y su rostro, se le presentan así de frente. Es guapa la chica. Lo reconocía y si se desvistiera nuevamente podría poseerla en segundos, porque la posición de ella lo está matando, ya que en esa posición ella lo estaba invitando… 

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