Cuando Abigaíl abrió los ojos, Esteban no se encontraba a su lado. En su lugar, solo podía escuchar el sonido de agua caer trás la puerta del cuarto de baño. Sin embargo, por culpa de la somnolencia que ella sentía al despertar, tardó unos minutos en recordar todo lo ocurrido en el día anterior. Con lánguidos movimientos, se giró, para quedar de cara al techo. Si le llegasen en ese momento a preguntar cómo se sentía al respecto de todo el asunto. Más que probable e inevitable, sería el silencio hermético, tan característico en ella, la única respuesta que recibirían. Todavía tenía muchas cosas por asimilar. Tantas, que no tenía ni la más mínima idea de por dónde debería comenzar. Estirándose, se incorporó sobre la cama, miró la hora en el reloj despertador dorado de estilo vintage q