Sus palabras resonaron en mi cabeza y las palabras se anudaron en mi garganta, tenía ganas de llorar, mi padre le había contado a alguien más que tenía otro hijo, ¿Por qué no a nosotros? Dentro de mi mente las ideas titubeaban en ser expresadas, el silencio reino entre nosotros, hasta que por fin mis ojos cesaron liberando el llanto que contenían.
—No fue mi intención hacerte llorar —se disculpó—, la verdad lo siento mucho. —cubrí mi boca intentando suprimir el llanto que cobraba más fuerza, mi mano temblaba, ante esto, él se acercó más a mí, se cambio de lugar para sentarse a mi lado en el gabinete.
—Tú no tienes la culpa. Yo lloro, porque, mi papá no nos dijo nada, no es posible que haya confiado más en ti que en nosotros. —me abrazo por los hombros, tirando mi cuerpo hacia él, acomod
