Seguimos comiendo sin que yo mencionará algo de Salvador, no lo vi necesario, al final de cuentas ya había dicho que era lo que pensaba al respecto de él y no quería hablar de trabajo ese día, en ese momento. Tenía tantas preocupaciones y como por arte de magia este hombre las había hecho desaparecer, hacerse insignificantes.
Me sentía tan a gusto, como nunca antes. Las cosas entre los dos fluían y esa tensión s****l, después de resolverla, me parecía que se había incrementado en lugar de disiparse. Lo encontraba encantador en más de un aspecto y mi sonrisa boba en el rostro me delataba por completo.
—Me encantaría pasar más tiempo contigo —anunció Ademar—, pero en este momento necesito arreglar un par de cosas. Pero te puedo ver más tarde, si quieres… —espero a qué respondiera.
Quer
