Parte 5

1755 Words
Lo que al principio fue un buen inicio, ahora era un momento crítico donde mi familia eran mis captores. Me sentaron en una silla, amarrada de pies a cabeza, con una venda en mis ojos. Pude escuchar el ruido de la puerta al cerrarse y los pasos de las personas dentro de la habitación, sin mencionar que no podía escuchar sus voces. De un momento a otro, pude moverme y empecé a escuchar sus voces. Discutían con antelación un tema desconocido para mí. Reconocí la voz de mi abuelo, padre, hermana y Reiliey, las demás voces eran desconocidas. —¡Hace cuánto fue!—preguntó mi abuelo. —¡Seis horas, como mínimo!—Espera, esa voz era de Grey, entonces ella también estaba presente. Cansada de escucharlos discutir entre ellos, intenté dar a relucir mi presencia. Pero fui ignorada, ellos estaban hablando de mí, pero no conmigo. Suspiré tratando de entender algo de la conversación. Hablaron sobre un juicio y sobre Daez Brhazo, con enojo, Grey repudió intentando defenderlo. —Entonces, ¿qué haremos con ella?—preguntó Reiliey. Se decidió mantenerme cautiva hasta la llegada del doctor Robin. —¡Saben que estoy aquí! ¿Verdad? ¡Puedo apelar a una explicación o por lo menos quitarme esta incómoda banda de los ojos!—Se escuchó un silencio y segundos después por fin pude ver con claridad. Era una habitación insípida, mejor dicho un lugar cerrado, sin ventanas y con una sola puerta de hierro reforzado, no había camas, tampoco un guardarropa y mucho menos un baño donde hacer mis necesidades. ¿En serio tenían pensado dejarme aquí? Miré a mi familia o mejor dicho a mis captores y lo primero que preguntaron era cómo me sentía. Respondí enojada. Todo era extraño y ninguno deseaba darme siquiera una explicación de lo ya sucedido. —¿Necesito que me digas qué pasó con Daez Brhazo?—preguntó mi abuelo. La expresión de Grey y de Mindi podría considerarse incluso molesta. Mi padre se acercó y me preguntó con una voz preocupada.—¿Fue Daez Brhazo quien te atacó? Llevo años de conocerlo y esta era la primera vez que lo vi demostrarme cariño. No recuerdo casi nada, más allá de ser mordida por un lobo y ver el rostro de Daez Brhazo. Pero estaba segura de que fue él quien me salvó. —Por donde yo lo veo, son ustedes los que me están atacando.—Los miré con enojo y repudio. Me hicieron un par de preguntas a las cuales respondí con sinceridad. Por más que pregunté, nadie me explicó nada e insistieron en mantenerme amarrada. Pasaron tres días, mis manos y piernas estaban adoloridas, cada dos horas Reiliey entraba y me cubría los ojos. No sabía qué estaba pasando, pero una vez que se marchaba mi cuerpo volvía a la normalidad. Al cuarto día incluso estaba leyendo o, mejor dicho, recordando cada línea de mi libro favorito para poder distraerme. Hubo un momento donde pensé que iría al psicólogo por algún problema con mi cerebro, cuidado y era diagnosticada con esquizofrenia. Mi mente era un lío donde no cabía nada más que pensamientos oscuros. Escuché la puerta abrirse y las voces de mi abuelo y padre se entrelazaron con la voz desconocida de un sujeto. Me quitaron la venda de los ojos y pude divisar al sujeto delante de mí. Era joven, tal vez unos veintidós años, estaba vestido en traje con una túnica blanca. ¿Entonces este era el supuesto doctor que me revisaría? Mi cuerpo tuvo un momento donde no podía hablar o moverme. Los ojos rojos del doctor alertaron a mis sentidos. ¿Qué está pasando? Me volví loca. No, mi padre y abuelo estaban presentes. El doctor tomó una navaja de cirugía y desgarró mi pantalón. Mi mente se puso en blanco y pensé lo peor. Examinó la herida por unos minutos, hasta que se levantó y dijo con una voz suave. —¡Ella está bien! El veneno fue neutralizado a tiempo. Pude ver el rostro aliviado de mi padre, sin más que decir me desató, intenté levantarme, pero mi cuerpo estaba débil, caí al suelo y mi padre me sostuvo en sus brazos, me llevó hasta una habitación y le pidió a Grey que me ayudara a limpiarme. Durante todo el proceso, evité hablar con Grey, estaba enojada con todos ellos, ser tratada de una manera tan poco decente, sin siquiera una explicación, era lo más estresante. Me dieron a beber un trago de un color verdoso. Su sabor era asqueroso, pero segundos después estaba recuperada. Entré a la sala donde se encontraba toda la familia reunida. Todos me miraron con ojos curiosos y empezaron a discutir entre ellos. Nada fuera de lo normal, excepto por el hecho de que no había explicación para todo lo sucedido. Sentí una ira recorrer mi cuerpo. Está bien, si no quieren explicar nada, entonces no hay nada lógico en estar cerca de ellos. Toqué fondo, no sabía nada, pero tenía un presentimiento de que todo esto se volvería a repetir. Este era el momento de abandonar a esta disfuncional familia. Levanté mi cuerpo y caminé hasta la salida. —¿A dónde vas? —preguntó mi padre. —¡La pregunta ofende! Voy a mi cuarto, recogeré mi ropa y abandonaré mi apellido. Al escuchar todo esto, todos se pusieron de pie tratando de detenerme. Puse mi condición: o buscaban una manera de explicar todo esto, o los abandonaría para siempre. Mi abuelo suspiró profundamente y me guió hacia un lugar desconocido en la mansión. Me dio varios libros y me pidió que los leyera. Sentí que era una broma, pero viendo su rostro serio y frío, decidí confiar en él. Por cada página del libro, sonreía. ¿Qué estaba leyendo? ¿Un libro de fantasía o un mal chiste creado por mi familia? Seis familias, cuatro razas. Hace más de dos mil años, el mundo se encontraba en paz. Los vampiros gobernaban en las sombras y los licántropos gobernaban los bosques, mientras las brujas convivían en paz con los humanos. No fue hasta el año mil quinientos cuando estalló la guerra. Los humanos desearon eliminar a las tres especies que lideran el mundo. Había otras cosas más, pero me parecieron muy fingidas. El apellido Wilson estaba escrito en esas páginas. Según se escribió, una humana se enamoró de un brujo llamado Ethan Wilson. Tuvieron dos hijos, el mayor se casó con una bruja y el menor se enamoró de un licántropo. Este hijo nació siendo mitad bruja y mitad lobo. Los siglos pasaron y su descendiente se casó con un vampiro, mezclando las cuatro razas en un solo apellido, hasta llegar a los actuales Wilson. Una historia muy curiosa. También estaba escrita la historia de las demás familias, pero sinceramente se me hizo muy tedioso leerlas. Estrellé el libro en el escritorio de mi abuelo y le pedí explicación de todo esto. Solo me miró y dijo que todas las explicaciones ya las había leído. Me enojé y salí de la habitación. No era yo la esquizofrénica, eran todos ellos los locos. Respiré y traté de buscar una manera de justificar todo, una excusa que por lo menos fuera creíble, pero cuanto más lo recordaba, más parecía cierto. Desde el pueblo fantasma, hasta el lobo que me atacó y sin mencionar todos los sucesos extraños que me pasaron con Reiliey. Incluso la explicación del porqué la academia Wilson estaba dividida en dos secciones. Por lo visto, todos sabían de este tema paranormal. ¿Entonces yo era la única con el apellido Wilson que no sabía nada? ¿Por qué? La ventana fue azotada con fuerza, sabía muy bien quién era. —¡Vete, no quiero hablar contigo!—Como de costumbre, me ignoró y subió hasta mi cuarto—¡Te dije que te fueras, no quiero hablar contigo, Grey! Me miró con ojos llenos de lamentos antes de disculparse formalmente. Estaba enojada, pero no pude solo enojarme con ella. Suspiré y mejor le pedí que me contara todo lo que me habían ocultado y por qué. Grey no suele tomarse las cosas en serio, pero esta vez trató de ser muy formidable. Me explicó lo mismo que ya había leído en el libro, excepto por otras cosas. Lo primero, mi madre. Mi madre pertenecía a la familia más cercana al título de realeza, la familia Freman. Según escuché, la familia Freman y la familia Brhazo alguna vez fueron una sola. Eso significa que en algún punto de la historia hubo una persona con ambos apellidos. Claro, actualmente la familia Brhazo y la familia Freman no tienen ningún rastro familiar. Lo normal sería que el mayor de los Brhazo heredara el título de líder, pero aquí es donde entraba la Sra. Freith, intentando que su hijo se hiciera del puesto sin ser alguien de la rama principal. Ahora lo complicado venía con mi supuesto despertar. Mi apellido es Wilson, pero aún soy la única descendiente directa de la familia Freman. Puesto que Reiliey era adoptada, según las leyes, yo poseo el mismo derecho que los dos jóvenes Brhazo de heredar tal puesto. Sin embargo, lo normal sería que el don o dote despierte a los ocho años de edad. Pero como de costumbre, mi vida no fue la que todos esperaban. Ahora entiendo por qué mi padre me odia tanto, pues soy el fracaso de la familia Wilson. Según dijo Grey, una de mis dotes despertó debido al veneno del licántropo que me mordió. Según ellos, mi dote como bruja había despertado y pronto iría a la academia Wilson Peind para aprender a usarlos. Los altos mandos formaron tal escándalo debido al ataque que sufrí, pues con o sin dote, mi apellido es un signo de poder. Ahora mismo había un juicio en contra de Daez Brhazo, pues se cree que intentó deshacerse de mí para no tener ningún obstáculo. No importa cómo lo vea, Daez Brhazo era inocente de todo lo sucedido, pero al parecer mi abuelo estaba decidido a hundirlo. Lo extraño es que, aun habiendo despertado mi dote como bruja, para poder competir por el trono, necesito despertar mis otros dos dotes y según el médico, es algo casi imposible. No me interesa en lo más mínimo un trono del cual ni siquiera tenía registro hasta ahora. Considero que es suficiente ser una Wilson y ahora resulta que ser una Freman también es complicado. Es mucho pedir una vida normal y sin dificultades. CONTINUARÁ...
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