José odiaba ir al bar principal, cada noche tenía que ver a Cristina seduciendo, sonriendo, regalando su cuerpo, a cualquier caballero de la alta sociedad. Amaba a Cristina con tanta fuerza que le dolía el pecho, pero ella había preferido casarse con un anciano decrépito y ambicioso antes que luchar por ellos. Sabía que él no le podría dar jamás las comodidades que aquel sujeto le ofrecía. ¡El anciano le había dejado un maldito palacete para ella sola!. Ni ahorrando todo el dinero que había ganado en su vida podría reunir aquel dinero. Pero fue tan iluso que pensó que ella se negaría, que no le importaría las riquezas y que simplemente se quedaría a su lado. Cuando la encontró a la salida de aquel lujoso hotel y ella le explicó que se casaría con el anciano, sintió el mundo derrumbarse a