UNA NECESIDAD

1405 Words
En ese instante, el mesero llega a la mesa de Jan con una cara de mucha amabilidad y confianza, y le dice: — ¿Le pasa algo a su pescado? Jan aguanta su gran enojo cuando mira al mesero, y duda por unos segundos entre confrontarlo y decirle la verdad o una mentira y salir de ese lugar. Cuando el dueño del restaurante se acerca a la mesa por la espalda de Jan, y coge el hombro izquierdo de este, y le pregunta: — ¿Tú eres el hijo de Blick? — Si señor, yo soy el hijo de Blick, ¿de dónde conoce a mi padre? — Oh, él y yo éramos muy buenos amigos. — ¿Eran? — Quería decir somos. — Ah. — Si, solo nos distanciamos cuando él me dijo prácticamente, que prefería trabajar con su hijo que conmigo, y todo porque conmigo le salía muy costoso... pero en general, tu padre y yo somos muy buenos amigos. Jan no dice nada y mira el plato de pescado. Cuando el dueño le expresa a Jan: — Te traje el mejor pescado del restaurante, espero que lo disfrutes. Jan mira al mesero y luego al dueño, y les expresa: — ¿Dónde queda el baño? El mesero le responde a Jan: — ¡Allá! Al fondo a la derecha. — Gracias. Jan se levanta y les dice a los dos: — Ya vuelvo, me cuidan el plato. El dueño del restaurante le expresa a Jan: — Vaya con toda confianza, y este tranquilo el mesero le cuidara esto. En seguida, Jan se va para el baño. Cuando el mesero le dice al dueño: — Parece que se dio de cuenta lo de la comida. — Entonces toca ir al baño y envenenarlo a la fuerza o que se yo, invéntate algo. — Si señor... En ese instante, Jan entra al baño y ve una ventanilla en la parte de arriba, y dice: — Esta es mi oportunidad... Luego de unos minutos, el mesero llega al baño de hombres, y toca la puerta, diciendo: — Joven, ¿está bien? Al no escuchar nada, el mesero abre la puerta a la fuerza, y ve dañada una ventanilla, y dice: — ¡Se escapo! En la calle, Jan corre hacia su casa, y mira hacia los alrededores mucha gente, y sigue corriendo hasta llegar a su camioneta... Jan se sube a su camioneta, y dice: — ¿Esa gente porque quería matarme?... puede ser que se quería vengar de mi padre. Jan se recuesta en su manubrio, y piensa en su familia: "Todavía no estoy muy claro con esas imágenes... tengo que ir a la Iglesia. En seguida, Jan enciende su camioneta, y se va directamente a la Iglesia... En la alcaldía, Marchal llega a su trabajo y desde el vehículo vea a una multitud de personas en la entrada esperándolo. Cuando uno de la seguridad le dice: — Alcalde, señor. — Dime. — Señor, si quiere nos vamos para otro lado, mientras la gente se disperse. — Claro que no, yo me debo a la gente, y voy atender a la gente. De inmediato, Marchal se baja del vehículo, y arregla su camisa, mientras su chofer acomoda el vehículo... En ese instante, Marchal camina hacia la alcaldía con su cuerpo de seguridad. Y es abordado por más de cincuenta personas, pero la seguridad se mete en el medio del alcalde. En seguida, Marchal les dice a todos: — Buenas a todos, las puertas de la alcaldía están abiertas para todos, así que, en orden los voy atender, y escuchare sus necesidades, y con mucho gusto les ayudare. Toda la gente se pone contenta y celebra la decisión del alcalde... En la Iglesia, Jan llega a ese lugar, y mira la Iglesia con unos sellos que dicen cerrado, y también ve llegar a una señora, y decide bajarse de la camioneta... La veterana se asusta cuando ve a Jan. Cuando este la reconoce, y le dice: — Hermana Ruca. — Ah, hola hijo, me asustaste. Jan abraza a Ruca, y luego mira la Iglesia cerrada, y dice: — ¿Qué fue lo que sucedió aquí? — Esto lo hizo la alcaldía. — Esto es inaudito, ¿cómo pueden hacer esto? — Con esto que hizo el alcalde se declaró en contra de nosotros los cristianos, no se te haga extraño que este hombre mande a cerrar todas las Iglesias. En seguida, Jan comienza a sacar los sellos. Cuando dos hombres bastante grandes, cogen a Jan por la espalda, diciéndole: — ¿Qué estás haciendo? No puedes quitar esos sellos. Ruca les dice a los dos hombres: — No sean abusivos, suelten al joven. Los dos hombres sueltan a Jan. Cuando este les dice: — Ustedes no se presten para esto, no se metan con la casa de Dios. Porque pueden recibir un gran castigo. Los dos hombres se miran. Cuando uno de ellos le responde: — Estamos recibiendo órdenes. El otro hombre dice: — Esta Iglesia no se puede abrir, porque de aquí salió el sujeto que ataco al alcalde. De inmediato, Jan se acuerda que estuvo encerrado por eso. Cuando Ruca le expresa a Jan: — Vámonos muchacho, Dios se encargará de aquellos que están haciendo tanta injusticia. — Si, hay que dejarle todo a Dios. — Ven a mi casa. Jan le hace caso a Ruca. Y se va con ella en la camioneta... En la alcaldía, bastantes personas salen contentas del despacho del alcalde, y los que faltan, se ponen más ansiosos y alegres al pensar en tener a Marchal frente a frente. En la oficina, Marchal escucha a una madre soltera, la cual se ha quedado sin trabajo, y le pide ayuda al alcalde... La mujer termina de hablar, y de pronto el alcalde se sonríe, y le dice a la mujer: — No te preocupes, vas a volver a ejercer tu trabajo de asesora comercial. — ¿Sí? — Claro que sí, ten la plena seguridad y la certeza, que ya tienes trabajo. La mujer se levanta de la silla y abraza a Marchal, diciéndole: — Muchas gracias alcalde, no sabe cómo estaba sufriendo sin mi empleo. — Si, ya lo creo, pero siéntate que hay una condición. Asustada, la mujer se sienta de nuevo, y le pregunta a Marchal: — ¿Una condición? — Si. — ¿Y cuál es la condición? — Es muy sencillo, a todos los que han pasado a esta oficina, se comprometieron con esa condición. — ¿Y? — La condición es que siempre me van a seguir a mí. — Si, eso está claro. — Por ahí pueden haber algunos cristianos que quieren lavarle el cerebro. — No, no, yo siempre voy a estar con usted, no se preocupe, yo soy una mujer leal. — ¿Por quién votaste? — Voy hacer sincera con usted. — Adelante. — Yo vote por Jonhson. — Ah, un perdedor. — Si, salió perdiendo, pero ahora estoy con usted, señor Marchal. — Así me gusta, sean fiel a mí, y verán que cuando sea presidente de los Estados Unidos, yo no me olvidare de cada uno de ustedes. — ¿Piensa lanzarse como candidato presidencial? — Claro. — Eso sería genial. — Bueno, bueno... bella mujer, usted ya tiene trabajo. — Muchas, muchas y muchísimas gracias. — Espere mi llamada. — Bueno... Telluride Lodge, Jan llega a casa de Ruca, la cual pone su mano izquierda en el hombre derecho de Jan, diciéndole: — Entra a la casa y come algo, se te ve una cara de angustia y de hambre. — Estaba pensando en mi familia. — Necesitas comer para recuperar fuerzas. — Si, tiene razón, ¿y su esposo? — Precisamente él está en casa, vamos. En ese momento, Jan y Ruca se bajan de la camioneta, y entran a la casa donde se encuentran al esposo de Ruca leyendo la Biblia. De inmediato, Jan saluda al esposo de Ruca, diciéndole: — Buenas hermano Enzo. — Oh, Jan, que sorpresa hermano querido. En seguida, Enzo abraza a Jan, mientras Ruca se va a la cocina a servirle un plato de comida a Jan. En seguida, Jan le dice a Enzo: — El milagro se dio porque estoy buscando a mi familia y al pastor, y pensé que estarían escondidos en la Iglesia. — La Iglesia está cerrada. — Si, lo vi con mis propios ojos...

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